Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



jueves, septiembre 11, 2008

En Pinar del Río, Cachita no tuvo celebración

La Virgen de la Caridad del Cobre, Patrona de Cuba y la más venerada de todas, no tuvo celebración, misa ni adoraciones en la catedral de Pinar del Río, a pesar de que el pasado 8 de septiembre, se congregaron en el templo y en sus jardín frontal, cientos de adoradores para compartir las ceremonias, rendirle honores y rogarle a Cachita por los pesares constantes y cotidianos en la Isla.
Pinar del Río apenas respiraba este 8 de septiembre, después del azote de los ciclones. Gustav y luego Ike, serán recordados por su ensañamiento con el occidente cubano. Los dos huracanes terminaron por devastar la provincia dejando una larga estela de desolaciones, derrumbes y dolor.
Pero la Catedral de Pinar del Río, con sus muros amarillos, no bastaba para acoger a los fieles que asistieron, llegando desde la ciudad y de todos los pueblos y campos cercanos.
Ese día hubo electricidad, el sol había salido y el clima le daba un respiro a la gente, confesó un católico laico pinareño, amigo mío por demás.
Pero el Comité Provincial del Partido Comunista, decidió comunicarle al párroco de la Catedral más occidental de la Isla, que las ceremonias, misas y conmemoraciones habían sido prohibidas.
Nadie ha dicho por qué, nadie ha encontrado una razón. Ni monseñor Jorge Enrique Serpa, obispo de la Diócesis de Pinar del Río, lo ha podido explicar.
Los fieles se fueron a sus casas, cabizbajos, ofendidos y curiosos.
¿La fragilidad revolucionaria habrá temido de la concurrencia, de la conglomeración, de la susceptibilidad atrevida, de que el dolor vivido por la fuerza brutal de la naturaleza convirtiera la desesperación común del cubano en una manifestación de rebeldía? ¿Habrán temido al milagro de la Patrona de Cuba?
Este 8 de septiembre, las celebraciones por la Virgen marcaban el comienzo del trienio preparatorio del Año Jubilar Mariano del 2012, en ocasión del 400 aniversario de la aparición de la imagen religiosa en la bahía de Nipe, en Holguín.
Pero los pinareños no pudieron adorarla unidos; la inseguridad y el temor de la dictadura lo prohibió, justamente ante al panorama aterrador dejado por los huracanes.
Esa noche, cada uno de aquellos fieles regresó a su casa y le encendió una vela a la Vírgen de la Caridad del Cobre. No lo sabremos, pero todos podemos presumir qué le pidieron los pinareños a Cachita en sus plegarias.

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