Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



martes, septiembre 16, 2008

A calzón quita’o


Nota Verbal de la Sección de Intereses de Cuba en Washington que fue entregada al Departamento de Estado de los Estados Unidos de América a las 8:15 pm de hoy, 14 de septiembre de 2008
La Sección de Intereses de la República de Cuba de la Embajada de Suiza saluda al Departamento de Estado de los Estados Unidos de América en ocasión de referirse a su Nota No. 256/19, de fecha 13 de septiembre de 2008.
La Sección de Intereses de Cuba en Washington desea comunicar al gobierno de Estados Unidos que nuestro país no puede aceptar una donación del gobierno que nos bloquea, aunque está dispuesto a comprar los materiales indispensables que las empresas norteamericanas exportan a los mercados, y solicita la autorización para el suministro de los mismos, así como de los créditos que son normales en todas las operaciones comerciales.
Si el gobierno de Estados Unidos no desea hacerlo definitivamente, el de Cuba solicita que al menos lo autorice durante los próximos seis meses, en especial si se toman en cuenta los daños ocasionados por los huracanes Gustav e Ike, y que aún faltan los meses más peligrosos de la temporada ciclónica.
La Sección de Intereses de la República de Cuba de la Embajada de Suiza aprovecha la ocasión para reiterar al Departamento de Estado de los Estados Unidos de América el testimonio de su consideración.
Washington, 14 de septiembre de 2008.

"A Calzón quita'o"
Dejémonos de cuentos, en Cuba todo es político. Desde la guardia del CDR hasta las relaciones íntimas en la cama. Nada está exento del matiz revolucionario. En un país donde todo, absolutamente todo tiene la huella indisoluble del estado (o del gobierno, en Cuba es la misma cosa), nadie puede lanzar una piedra argumentando otra razón que no sea política. Lo demás es manipulación o hipocresía.
Quien abandona Cuba nunca lo hará por motivos económicos, como suelen decir últimamente equiparando las motivaciones de la emigración cubana con las demás de Latinoamérica o del norte africano. El cubano está marcado invariablemente por el apellido político en todas sus decisiones de la vida. No lo digo yo, es la etiqueta que nos colgaron hace ya 49 años y ahora no es posible desprenderla.
Los motivos que hicieron emigrar a un cubano cualquiera pudieron ser comer mejor, comprar más, vivir confortablemente o hablar lo que le plazca porque en Cuba todo eso no le ha sido posible, no por disposiciones económicas, sociales o empresariales, sino políticas. Si sus esperanzas de progreso simples y superficiales como aspirar a un televisor plasma de 47 pulgadas, no las puede cumplir en Cuba, no es por sus posibilidades personales, sino por las reglas gubernamentales. Usted se marcha tras el televisor no porque sea un tonto superficial que vive con el sueño de una tv plasma de 47 pulgadas, sino porque la política de su país le impide aspirar a ese sueño material, el suyo, porque en Cuba la política también quiere imponerle y administrarle los sueños.
El personal diplomático cubano capaz de las peores vilezas o de los mayores disimulos para mantenerse en una sede en el extranjero y no regresar a la Isla, ha encontrado sus ardides para aspirar a las mismas esperanzas que un balsero.
Entonces, dejémonos de cuentos. La ayuda que EEUU ofreció a Cuba tras el paso de los huracanes (y que a pesar de la negación cubana envía a través de instituciones caritativas canadienses) no se define como política o no por la competencia entre demócratas y republicanos, entre la “mafia” cubana de Miami o los “amigos de Cuba”, entre los viejos exiliados y las nuevas generaciones, entre los ecologistas o los fundamentalistas, entre gordos y flacos, negros y blancos, altos y bajitos, embargos y bloqueos, sino porque todo lo que atañe a Cuba tiene, invariablemente, una etiqueta extremamente política colgada de antemano por la revolución desde hace 49 años.
La nota de la oficina de intereses de La Habana en Washington es la confirmación de esta realidad. La comisión estadounidense para evaluar los daños del ciclón antes de enviar los 5 millones de dólares, es la misma que La Habana le permitió a México y otros países, pero la de EEUU no, porque esta era la oportunidad política de mostrar su intransigencia revolucionaria. Es mejor argumentar el sempiterno espejismo del “bloqueo” que aliviarle la vida a 35 mil damnificados, sin agua, casa ni comida.
Tras el paso del ciclón, las primeras páginas del diario oficial Granma, son coleccionables. Todos son grandes titulares gloriosos y triunfantes, mientras los cubanos se deshacían en penurias, impotencia y dolor. ¿Y qué importan los cubanos ante la alternativa de exhibir la falsa dignidad en harapos?

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