Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



jueves, diciembre 27, 2007

Rehenes colombianos: Carta de triunfo en manos chavistas


Todo va a llegar a buen final. Tres rehenes de las FARC colombiana respirarán la libertad que los pone en brazos de su familia y de Colombia. Ha sido una determinación unilateral de la narcoguerrilla alentada por las negociaciones del presidente de Venezuela, Hugo Chávez, a la que respondió el gobierno colombiano con una aprobación inmediata.
Es el final del primer capítulo de una historia de amores y odios entre Caracas y Bogotá, con la interferencia anonadada de Francia y otras naciones implicadas en el proceso de paz.
La liberación es un resultado feliz. No hay dudas. Pero tras bambalinas se presumen oscuros intereses políticos.
El presidente de Venezuela ha transitado un camino de dificultades en los últimos meses. Su popularidad ha bajado considerablemente dentro de su país y su imagen internacional a dado un giro sustancial.
Tras los acontecimientos en la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile, donde Chávez se empecinó en una intolerante respuesta de imprudencia abismal, interrumpiendo el turno del mandatario español, José Luis Zapatero, y que incluyó la reclamación del Rey de España (“¿Por qué no se calla?”), el caudillo de Caracas comenzó una contienda unilateral contra los españoles de odio visceral, llena de epítetos y ofensas anti-históricas.
Después vino la avalancha de improperios contra el presidente colombiano Alvaro Uribe cuando este suspendió las negociaciones porque Chávez había establecido comunicaciones y pretendido dar ordenes a altos mandos del ejército colombiano con la finalidad de que despejaran la zona y facilitar así el movimiento de “Tirofijo” Marulanda, el comandante en jefe de las FARC. El resultado de tal incontinencia verbal chavista puso a Uribe en más del 80% de preferencia del electorado de Colombia.
El tercer traspié fue la derrota de Chávez en las urnas cuando pretendió que se aprobara una nueva constitución (que no “reforma”) que lo eternizaría en la presidencia y le allanaría el camino para instituir su proyecto “bolivariano”.
Finalmente, el ala chavista de la política actual latinoamericana, vive momento de tensión. Evo Morales ha logrado una Bolivia dividida; Ortega pierde terreno en Nicaragua; Raúl Castro no asintió complacido cuando Chávez, en la cumbre de Petrocaribe en Cienfuegos, al sureste de La Habana, insistió en un país único que reúna a Cuba y Venezuela.
Las cosas no están bien para el presidente venezolano. Las percepciones están cambiando en todo el mundo y su torpeza egocéntrica, la falta de instrucción, la brutalidad disfrazada se hacen indiscutibles poniendo en evidencia las verdaderas pretensiones totalitarias, militaristas y extraterritoriales de Hugo Chávez.
La liberación de los tres rehenes de las FARC es un golpe necesario a favor de su imagen deteriorada.
Le hacía falta un titular positivo. Es un problema de marketing político. Chávez necesitaba distraer al mundo y rescatar un poco el favor universal. Y esta era una maniobra perfecta.
La “extraña” determinación unilateral de las FARC de liberar a tres rehenes sin exigir intercambios ni condiciones, podría responder solamente, a un acuerdo entre Chávez y Marulanda con beneficios tras bambalinas. Ya se sabe que Venezuela es el paso más fácil y favorable de la droga colombiana hacia el Caribe, EEUU y Europa. Ya sabemos de la penetración de efectivos de las FARC en territorio fronterizo venezolano como parte de sus maniobras de impunidad. Ya sabemos de la entrada de armas y avituallamiento para las FARC a través de la frontera colombo-venezolana.
¿Cómo no se iba a merecer Chávez un espaldarazo de Tirofijo?
Y ahí está.
La rueda de prensa del presidente golpista de Caracas el día antes de las posibles liberaciones, evidenció (torpemente, como suele suceder con Chávez porque la habilidad y la inteligencia no se improvisan ni se decretan) el manejo político de la situación, el uso de la liberación para levantar su imagen benévola, apoyado por sectores colombiano que tienen su dosis de ganancias en esta maniobra y por la manipulación del dolor de los familiares de los secuestrados, que fueron usado con indelicadeza suprema, acorralándolos en un juego político cruel.
Saludemos la libertad que nuca se les debió quitar a esos rehenes y a todos los que siguen en manos de la narcoguerrilla, algunos con más de diez años, capturados a veces sin ton ni son, en aquellas “pescas milagrosas” que aterrorizaron las carreteras de Colombia.
La libertad de todos ellos, inmediata e incondicional, es la única justeza posible. Los 5 mil rehenes de las guerrillas colombianas no equivalen a la libertad de uno solo de los guerrilleros presos: Estos son criminales, terroristas y narcotraficantes; aquellos, víctimas de un abuso que ha hecho historia en la infamia universal.

viernes, diciembre 21, 2007

Del lobo, ni un pelo


Cuba es tierra de escritores. Dicen que es de cañeros, cuentistas y fumadores de habanos con tragos de ron añejo. Luego han dicho que de dignos revolucionarios y hombres del siglo XXI, pero resulta que ahora que estamos en el siglo XXI, cuando el mundo está lleno de hombres del siglo XXI, Cuba ostenta la mayor población sobreviviente de hombres del siglo XX.
Epítetos y leyendas nublan nuestra historia. Lo peor es que somos capaces de pararnos en cualquier podio universal y reafirmar nuestras mentiras heredada, no porque seamos mentirosos, que lo somos, sino porque nos hemos creído cuanto invento histórico nos metieron en la cabeza.
Es trágico, créanmelo bien. Es un dolor.
Pero de escritores sí es verdad. No podemos tapar con un chiste la literatura heredada desde Espejo de Paciencia (total, que el tipo no era ni cubano) hasta hoy…, quiero decir, hasta hace unos años atrás..., mejor dicho, hasta antes de que entráramos victoriosos a La Habana sobre un tanque de guerra (¿y cómo no nos dimos cuentas de esa anunicación?).
Pero veamos, en el XIX……Villaverde, Poveda, Heredia, Martí. En la primera mitad del XX desde Las impuras hasta Orígenes hay mucho que contar. Ahí entra lo más trascendental, lo que brilla aún cuando de letras cubanas se trata. La generación del 30, del 40, los “origenistas” y la generación del 50, que aunque publicaran aún en los 60 y en los 70 y en los 90, son la generación del 50.
Ahora, de los 60 para acá somos verdaderas hordas de escritores a lo largo y ancho de la isla para los que ya no se ajustan las generaciones, ni los años, ni tan siquiera los meses, es que cada semana se suman cien más.
Es la cultura de la revolución.
Una sentencia filosófica de factura popular (somos otro de los paraísos del proletariado) asegura que en Cuba “tú haces como que trabajas y ellos hacen como que te pagan” basada en el valor real de ambas cosas. Nada se escapa a semejante sabiduría.
Para buscarse la vida, fabricar riquezas, elevar el nivel de confort y la subsistencia de la familia, cosas con las que no se juega en el mundo real, hay que dejar la literatura para las fugas de tiempo libre, como el parchís, lo que le da un valor especial a la obra que se hace dentro de escasos espacios de tiempo y rigurosas jornadas de trabajo.
En el mundo virtual cubano (a pesar de ostentar el más bajo índice occidental de acceso a Internet y computadoras per capita), puedes dedicarte a ser Escritor bajo la mismas premisas de aquella sentencia filosófica popular que citamos dos párrafos antes.
Lo peor es que ante la presencia de esas hordas de escritores (todos somos escritores con sólo el intento de escribir un libro o con publicar un folleto con los peores versos del mundo en una editorial regional, en papel gaceta reciclado, tirado en esténcil con alcohol de 90 grados que entre cuartilla y cuartilla te permite prepararte un trago con azúcar, agua y limón) la verdadera literatura que trascendió el silencio, las editoriales serias y las academias universitarias, fue la que existió hasta esa generación del 50. Lo demás es borrón y cuenta nueva.
La precisión no es absoluta, por supuesto. Hay casos honrosos hasta entre las anécdotas del Holocausto. ¿Por qué no entre las hordas de escritores cubanos de la revolución? Pero es que la regla la hace el total y no la excepción, ¡y es tan hermoso sentarse en un café a tomar té de yerba-buena viendo atardecer en La Habana mientras hablamos de literatura...!
Mucho me admira, por aquello que empecé diciendo de que Cuba es tierra de escritores, ver a esos literatos criollos esgrimir sus ínfulas y sus autosatisfacciones intelectuales en otros países del mundo, dejando anonadados al resto de los colegas de otras naciones que comienza por creerse que de verdad lo son y admiran su grandeza sin timidez de anunciarse “escritor” cuando en el mundo real los cuentos se escriben en medio de la lucha humana por la existencia y bajo las reglas objetivas del trabajo universal.
Si tenemos la suerte de ver una Cuba mejor, o al menos distinta (porque nadie sabe el futuro que le espera y miles han muerto pasándole su pasión, su curiosidad y sus expectativas al espíritu) tendremos, antes de revisar constituciones y toda la selva de cuestionamientos políticos, filosóficos, sociales, legales, culturales, que reclamar la reconquista de Cuba revisando nuestras historias, la literaria y la otra, porque tenemos por una vez y para siempre, que reubicar a los héroes y a los malditos, poner a cada quien en su propio escalón, desde el indio Hatuey hasta el pequeño niño Eliancito, y parar de engañarnos mutuamente con la conciencia común de los embustes recíprocos.
Seamos serios alguna vez.

jueves, diciembre 06, 2007

Adiós, Patato, en Cuba no se habla de tu muerte


Patato Valdés murió este miércoles en un hospital de Nueva York. En Cuba pocos los conocen y nada se habla de él. Es de los borrados de la historia nacional, los excluídos.
Era un dios musical, maestro de la percusión cubana, un timbalero de armas tomar y, opuesto a su pequeñez corporal, fue un gigante de las tumbas.
Me permito reproducir esta nota aparecida en el diario El Nuevo Herald este jueves 6 de diciembre.

Fallece el percusionista cubano ''Patato'' Valdés
Por Enrique Fernández
Uno de los más grandes percusionistas cubanos de todos los tiempos murió el miércoles por la noche en Nueva York, de complicaciones de enfisema. El diminuto Carlos ''Patato'' Valdés no sólo disfrutó de una gran carrera musical, sino que revolucionó el uso de su instrumento, las tumbadoras. Tenía 78 años y estaba hospitalizado por enfisema.
Sus raíces eran profundas en la música afrocubana y creció tocando el trés (una guitarra de doble cordaje) y cajas de madera que usó como instrumento de percusión en su juventud. También trabajó brevemente como bailarín y boxeador. Tocaba en las comparsas cuando las organizaciones musicales de los barrios desfilaban bailando durante los carnavales. El penetrante golpear de su tambor bien afinado podía escucharse a cuadras de distancia.
En la década de 1940, Patato (un sobrenombre cubano para personas diminutas) tocó con importantes músicos cubanos como Miguelito Valdés y formó parte de grupos famosos como La Sonora Matancera y el Conjunto Casino. En la siguiente década comenzó una gira en Estados Unidos, principalmente Nueva York, donde finalmente se ubicaría.
En EEUU, Patato se unió a líderes de la música afrocubana en Nueva York: Mongo Santamaría, Tito Puente, Machito. Y atrajo la atención de maestros del jazz que le pidieron que se uniera a sus grupos. Patato trabajaría para Herbie Mann, Art Taylor, Max Roach, Dizzy Gillespie, Quincy Jones.
En los años 60 emprendió una carrera como solista, grabando bajo su propio nombre. Enriqueció la escena de la salsa trabajando con el director de orquesta Johnny Pacheco, al tiempo que continuaba colaboraciones con Tito Puente y otras estrellas latinas. Se mudó a la Costa del Oeste, luego a París, pero finalmente regresó a Nueva York.
Como gran showman, Patato aprovechó su reducido peso para bailar encima de sus tumbadoras. Pero dejando a un lado sus payasadas, su contribución a la música afrocubana fue mejorar la ejecución de las tumbadoras, para lograr extraer de ellas no sólo golpes rítmicos a mano limpia, sino verdaderas melodías. Tocar las tumbadoras, un instrumento esencial de una orquesta latina, nunca volvió a ser igual después de Patato.
De acuerdo con el promotor de Nueva York, Jessie Ramírez, que arregló las giras para el percusionista y era un amigo íntimo de Patato, el martes por la noche una enfermera informó que Patato se quitó todos los aparatos que lo mantenían con vida, levantó sus brazos hacia lo alto, y al bajarlos murió, balbuceando algo que la enfermera entendió como ``¡Go!''.
Dice Ramírez que fue una invocación al dios yoruba Changó, prominente en la religión Lucumí, conocida como Santería. En el calendario católico, el martes era el día de Santa Bárbara, que en santería es equivalente al dios del trueno, Changó.