Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



viernes, agosto 29, 2008

Demócratas; el show más caro de la historia

Con música, fuegos artificiales y papelitos en colores volando, terminó la Convención del Partido Demócrata en la ciudad de Denver. El inmenso estadio de Mile High parecía estallar por una multitud de más de 84 mil personas. La gente sonreía, aplaudía, lloraba de emociones. La estrella de CNN en español, Patricia Janot, se regocijaba en una sonrisa complaciente que no lograba controlar ni con el ejercicio de tantos años de desempeño periodístico profesional.
En el escenario, una inversión superior a los 100 millones de dólares mostraba su empuje arrebatador. Fue el show más caro de la historia política estadounidense.
Barack Obama confiaba en el poder de convicción de ese presupuesto, lo demostró moviéndose convencido desde su tribuna azul, manejando los telepronters con agudeza natural, apuntando al corazón de los estadounidenses, aprovechando el matiz farandulero que le han atribuido sus opositores, escenificando los encores como la misma sonrisa triunfante de las estrellas del pop.
Talentoso en las promesas, con el ardid de la mirada a largo plazo, usando el futuro como el banco paciente de las esperas, Barack Obama aceptó su candidatura para la presidencia de los EEUU en un discurso evasivo, donde Europa y Latinoamérica estuvieron totalmente ausentes, apenas se refirió a Georgia o Afganistán, colmó el ambiente de soluciones para dentro de 10 años (su gobierno podría ser sólo de 4) y llenó de música los oídos de los presentes hablándoles, con simpleza popular, de la salud, la educación, los beneficios a los pobres, el acceso total a la universidad, muchos programas de paternalismo gubernamental sin un solo elemento que nos haga presumir cómo es que lo va a lograr.
Cuando se erigió continuador de la obra de los demócratas en el poder de la nación, los nombró hasta Kennedy, y detuvo ahí su cuenta comprometedora.
Un documental biográfico de altos ingredientes sensibleros, precedió su discurso, pero no complacido, Obama se ocupó de repetir su historia de telenovelas. Hubo muchas lágrimas, no lo niego.Claro, por ahora los estadounidenses seguirán dependiendo de los combustibles fósiles del medioriente y de Venezuela, Obama no anunció una sola solución inmediata, pero dentro de 10 años, el candidato demócrata promete autoabastecer al país de energías renovables y verdes.
De las cargas impositivas ni una sola palabra directa, pero entre líneas dejó claro que los programas sociales pretendidos precisarán del “sacrificio de todos”, entre ellos (a buen entendedor con pocas palabras bastan) más impuestos.
Alabó a su contrincante republicano con cuchillo de doble filo. Confusos párrafos para los inmigrantes y alusiones muy bien sopesadas para poder decir, sin decir nada, al aborto, los homosexuales, las lesbianas. La familia no se quedó atrás, la gran institución. Y el medio ambiente lo prometió más verde que la misma esperanza. Ah, las mujeres, ¿cómo iba a olvidar ese detalle en el coctel de moda?
Dijo lo que la ingenuidad colectiva quería escuchar. Fue el denominador común de estos cuatro días de la Convención demócrata, de los oradores y sus familias, muchas familias, niños, globos y besos emocionados. Ted Kennedy como una referencia sacada de un manual de historia y un Bill Clinton acodado en el éxito de su gestión. Lo demás fue intrascendental y a veces penoso, como escuchar a Hillary Clinton y a Joseph Biden contradecir sus propias palabras sobre la inexperiencia y las dudas de que Obama pudiera conducir esa nación.
El final fue la coda de los grandes espectáculos de rock pero nos quedamos sin nada concreto en las manos, porque tras repetir su slogan de "cambio en el que podemos creer", a esta altura del juego electoral Obama sólo pudo prometer "definir exactamente qué es lo que puede significar ese cambio". ¿Y es que aún él mismo, como todos nosotros, no lo sabe?
Desde que comenzó esta campaña he insistido en que Barack Obama ha utilizado el estilo propio del populismo en la política latinoamericana. Es una tradición a la que estamos acostumbrados en nuestras naciones, llena de promesas inconsistentes, vendiéndole sueños a los electores, polarizando las divisiones simplistas entre ricos y pobres, hablando de lo que la gente quiere escuchar, inundada de paternalismos. El electorado de Norteamérica no conoce ese tipo de campaña alevosa y ha sido sorprendido entre los pesares de una realidad económica cruda y un paquete de promesas y sueños.
Rasgar en ellos para saber hasta dónde pueden ser posibles es cortarles las alas a la esperanza. Ahora, la demagogia política latinoamericana clava su dulce pico en la ingenuidad de los estadounidenses.

viernes, agosto 15, 2008

Latinoamérica; mestiza y real

Hay veces en que la idiotez pierde sus límites. Es cautivante y crea espejismos. Günter Grass escribió que a los dictadores los hacen los entusiastas. Tengámoslo en cuentas.
El presidente venezolano Hugo Chávez propuso cambiarle el nombre al continente pasándolo de Latinoamérica a Indoamérica. Lo lamentable es que muchos le siguen la corriente con discusiones, foros y encuestas.
Dejémonos de ilusiones, en Chávez no hay la menor fundamentación teórica, no es que leyó las propuestas del peruano Haya de la Torre, del escritor Carlos Fuentes, del historiador venezolano Guillermo Morón, ni del mexicano Fernando Nimrod Moreno García. No es fundamentación lo que rige el pensamiento chavista, si no fundamentalismo.
A Chávez se le ocurrió lanzar otro disparate mercadológico durante la clausura del “Congreso Bolivariano Indo-americano Jóvenes Guerreros Indígenas contra la miseria y el imperialismo” celebrado en Caracas. Ya el nombre del Congreso se las trae, pero el mandatario venezolanolanzó la propuesta del nuevo nombre continental y, quizás, hasta lo decrete en su feudo, como sucedió con el apellido “bolivariano” que le colgó a Venezuela.
No hay dudas de que la raíz latina de nuestras lenguas nos abraza, y que el idioma es el centro de la cultura y la cultura define la idiosincrasia de una nación. De origen latino son todas nuestras conciencias nacionales. Hasta ahora, es la mejor opción.
Lo que llegó de Africa, del lejano oriente, o de Inglaterra, Holanda y Arabia fue declinando por la preponderancia latina. Lo demás era Italia y Portugal y, por supuesto, lo poco que quedó de la devastada herencia indígena, más notable en el continente, imperceptible en el Caribe, pero siempre menor, débil, primaria y asimilada por la civilización.
Obviemos la demagogia. Cuando los mayas se guiaban por el calendario, da Vinci estaba pensando en volar. El Popol Vuh no podía leerse con la facilidad de la Divina Comedia, Hamlet o El Quijote gracias a la imprenta de Gutenberg. Las figuritas antropomorfas en los petroglifos taínos de las cavernas del Caribe, no influenciaron los frescos de Miguel Angel en la Capilla Sixtina; como los palos y caracoles percutidos de los incas distaban de las polifonías corales en el barroco alemán de Juan Sebastián Bach.
El indigenismo es retrógrado, tanto como Evo Morales. Pero a diferencia de este, el indigenismo vale asumirlo en su justa medida original, histórica y cultural.
La pretensión de llamar indoamérica al continente que habitamos, es un acto de hipocresía racial, una nominación que excluye a las grandes mayorías que han nacido en esta parte del mundo durante los últimos 500 años de existencia testificada. Todo lo anterior, es prehistoria, o sea, convertir las vacas en mamuts, los elefantes en dinosaurios.
Es sólo terreno fértil para el estudio de los antropólogos y para los políticos que especulan con el hambre, la pobreza y la miseria de esas comunidades indígenas que, en Suramérica, le entregan sus votos a los demagogos y populistas que llegan en campaña con promesas falsas y dos libras de harina, mientras las conservan en el patio del desarrollo, el bienestar, la educación y la tecnología para exhibirlas en congresos como el de Caracas, con el mismo afán de los cirqueros.

miércoles, agosto 13, 2008

Lin y Yan, el “cuento chino” que le faltó a Oppenheimer

Un amigo empresario que fue a China para concretar un negocio, regresó contándome sobre el crecimiento económico del país y la apariencia de confort y entusiasmo de su gente.
Quisiera creerle con la misma candidez, pero recuerdo que viviendo en La Habana, debí soportar a cientos de empresarios extranjeros como él, que iban en busca de negocios a Cuba, decirme que el pueblo le hablaba maravillas de Fidel y del sistema.
Con medio siglo de dictadura, Cuba es apenas un aprendiz al lado de la larga experiencia china en estos menesteres de la represión y la inducción de la autocensura y el terror, de la doble moral y la sobrevivencia, donde, en vez de encarcelar a los discrepantes, opositores y disidentes, los masacra en medio de la ciudad.
He rechazado las tesis incautas sobre el bienestar y la experiencia chinas, la opinión de quienes miran desde el lunetario y no pueden escuchar el rumor entre bambalinas o la vergüenza encerrada en los camerinos. Ese es otro “Cuento chino” del que Andrés Hoppenheimer no ha sabido hablar. Ni tampoco mi buen amigo con quien empecé esta historia.
Hoy, acaba de conocerse una muestra simbólica de ese engaño vil.
La preciosa niñita Lin Miaoke, impresionó al mundo cuando cantaba “Oda a la madre patria” en la inauguración de las Olimpiadas de Pekín. Pero hoy se acaba de conocer que Lin sólo movía mímicamente la boca, porque la cantante real era otra niña, Yang Peiyi, quien interpretó la canción inaugural pero que el Buró Político del Partido Comunista Chino, decidió que no podía salir al escenario porque no era linda y risueña como Lin, quien representaría ante las cámaras el rostro esperanzador, bello e impresionante que el comunismo chino quería ofrecerle al mundo.
El director musical de la ceremonia, Cheng Qigang, fue quién reveló la farsa y argumentó que fue una decisión “aprobada por las altas figuras del Polish Buró”.
El engaño del que fue víctima el mundo, es el reflejo conciso de cuánto se puede esperar de los regímenes dictatoriales comunistas y las tendencias ultra-izquierdistas que siguen las mismas huellas.
Ha sido un show horrendo, despiadado e indigno que dañó la integridad de Yang Peiyi, colocada en la trastienda, a la oscuridad, en el anonimato para dimensionar el brillo y el éxito de Lin Miaoke, por la decisión política china de engañarnos a todos con su imagen de bondad, apertura y crecimiento.
Me pregunto, ¿no será el rostro bello de Lin lo que ven en las calles de Pekín Hoppenheimer y mi amigo empresario en vez de la cara oculta de Yang aterrorizada tras la fachada?

Rusia: vodka y misiles.

La mafia rusa no la inventó la democracia, sino que la heredó tras medio siglo de ejercicio de ejercicio criminal desde el KOMSOMOL, la KGB o el PCURSS.
Ahora Rusia, tradicionalmente totalitaria con Putin en el rol principal, bombardea a Georgia. Vaya papel de las fuerzas de paz rusas en Osetia de Sur, paz a cañonazos con la venia y celebración de Raúl Castro en La Habana, que cada día imita más a su hermano. Fidel apoyó la invasión soviética a Checoslovaquia en 1968, Raúl hace el remake apoyando la invasión rusa a Georgia en el 2008. Vaya coincidencias.
El sábado, agosto 9, Tiflis declaró el cese al fuego y Mijaíl Saakashvili propuso el cese inmediato de las hostilidades en Osetia del Sur y el inicio del proceso de desmilitarización de esa región separatista georgiana, pero precisamente este fin de semana, los rusos aprovecharon para lanzar bombardeos inclementes contra la ciudad. Vaya estrategas “bolos”, embriagados en sangre, resentimiento y vodka.
Veamos la correlación de fuerzas: Tiflis dispone de un ejército de 11.000 soldados. Sus fuerzas aéreas cuentan con 1.500 hombres y sólo cinco aviones de combate. Las fuerzas terrestres tienen 8.000 hombres y 85 vehículos blindados. La Marina, cuatro patrulleros con 1.500 hombres.
Las fuerzas rusas reúnen 1.037.000 hombres más 20 millones de reservistas. El ejército terrestre posee 395.000 soldados y 22.000 vehículos blindados. El aéreo tiene 170.000 soldados y 1.700 aviones de combate. 142.000 hombres pertenecen a la Marina y 80.000 en las fuerzas de disuasión nuclear.
De león pa’mono, y el mono amarrado.
Pero como si fuera poco, los 2 mil soldados georgianos destacados en Irak son su fuerza élite. Georgia pidió a EEUU que estas tropas regresaran de inmediato dada la situación de guerra, y EEUU los devolvió por vía aérea. Ah, pero asombro, Putin, desde su grada en las Olimpiadas de Pekín, donde vacaciona y da las órdenes de bombardear, protestó oficialmente por “la ingerencia de EEUU en asuntos internos de Rusia, Osetia y Georgia”. ¡Le zumba la gandinga!
La cosa va por más de 2,000 muertos, miles de heridos y 100 mil desplazados, todos georgianos. Georgia emitió un documento en el que denuncia que “La aviación rusa bombardea blancos militares y civiles en todo el territorio de Georgia. En aguas de Abjasia entraron buques de la armada rusa”, pero nuestros “bolos” de dolorosos recuerdos, hicieron que el Ejército 52 de las Fuerzas Armadas de Rusia entrara en Osetia del sur para implantar allí un régimen de ocupación militar.
Jaap de Hoop Scheffer, secretario general de la OTAN, instó a las partes involucradas en el conflicto, a negociar y a detener la violencia de forma inmediata y su portavoz, Carmen Romero, reiteró el mensaje y recordó que la OTAN “siempre ha apoyado la integridad territorial de Georgia”.
Muchos han visto detrás de este ataque una maniobra rusa para dificultar el ingreso de Georgia en la OTAN y a la Unión Europea y obstaculizar los planes de construir oleoductos y gasoductos para transportar el petróleo y gas procedente de Azerbayán y otras regiones de Asia Central por Georgia hacia el Mar Negro, sin tener que pasar por Rusia.
Lo que me alarma cada vez más, es el silencio cómplice de los entusiastas. Tantos que se movilizan contra las invasiones estadounidenses y esgrimen sus razones y sus equívocos con tanta vehemencia que impresionan a la opinión pública mundial, sin embargo, cuando se trata de naciones como Rusia, Cuba, Venezuela, se hacen los distraídos.
Por ejemplo, dónde están las organizaciones verdes, ambientalistas, feministas, de defensa de los camellos, las toninas, las serpientes, los perros, las ballenas, dónde las agrupaciones de homosexuales y lesbianas, los portadores de VIH, los enemigos de la violencia, de la globalización, del uso de las pieles, los vegetarianos, los antirracistas, los adoradores de Jehová, Dios, Mahoma, Alá, los enviados divinos, misioneros de paz, ministros protestantes, los papas (& the mamas), los izquierdistas del séptimo día, los antiguerreritas de babor, nunca de estribor, dónde están todos, dónde están.

viernes, agosto 01, 2008

La gallina de los huevos de oro

Nos hemos convertido en un país de record Guinness. A la altonancia cubana alrededor del mundo, podemos adicionarle los argumentos únicos de tener la dictadura más vieja del hemisferio, la primera monarquía del Caribe, la más numerosa población carcelaria por delitos de conciencia, la libreta de racionamiento más duradera de la Era Moderna, el discurso más largo de la historia, las prostitutas “más ilustradas y sanas del mundo”.
Nos hemos convertido, desde el inicio de la segunda mitad del siglo XX, en una tierra de campeones.
Aún hoy, nadie se olvida de la medalla de plata de Enrique Figuerola en los 100 metros planos en las Olimpiadas de Tokio de 1964, los lanzamientos de Manuel Alarcón frente al equipo de béisbol de EEUU en los Panamericanos de Winnipeg del 66, ni del “con el corazón, con el corazón” cuando Alberto Juantorena llegaba a las metas de los 400 y los 800 en la pista de Montreal. Como nadie se olvida de Ubre Blanca, aquella vaca Holstein F-2, “una vaca lechera, no una vaca cualquiera”, que estableció varios record mundiales de producción de leche y que tiene su monumento en la Isla de la Juventud.
Ubre Blanca llegó a producir en febrero de 1982, la sorprendente cantidad de 24,268.9 litros de leche pura, un record que mantuvo durante 305 días de lactancia.
Fidel Castro le dedicó discursos, loas, ordenó fotos y reseñas en la prensa nacional, en las agencias internacionales, monumentos y canciones. Y, finalmente, inventaron la clonación para perpetuar los genes insólitos de Ubre Blanca en toda una generación de F-2 que nunca llenaron un vaso de leche.
Lo más alegre de aquella historia, fue lo que gozamos los cubanos con la guaracha “La vaquita Pijirigua”, de Pedro Luis Ferrer.
Ahora la prensa se hace eco de otro acontecimiento inusual. La gallina Tití, del campesino cubano Telesforo Martínez, es una nueva campeona sin precedentes que simboliza los éxitos de Cuba bajo la batuta de Raúl, el eterno número 2.
Es que Tití produce con demasía lo que les falta a los cubanos: huevos grandes.
Con huevos promedios de 180 gramos de peso, Tití, desde su granja criolla en la localidad de Campo Florido, al sur de La Habana, ha superado por 10 gramos a la recordista que la antecedía, una gallina de Islas Canarias.
El mismo Fidel Castro está anonadado y en Cuba esperan su reflexión sobre Tití, a propósito de cómo pone huevos de esa dimensión una gallina revolucionaria sin sufrir de los males intestinales que aquejan al comandante.
El suceso ha convocado a curiosos, periodistas, zoólogos, veterinarios y a los dirigentes del Partido Comunista, que han llevado sus discursos y aplausos a Tití, han condecorado su cuello plumado y la han declarado héroe nacional del trabajo, como aquel cortador de caña ilustre que nunca aprendió a decir una sola palabra cuando abandonó la mocha para ocupar una butaca en el Comité Central, o como el astronauta cubano Arnaldo Tamayo, que 28 años después de su breve ascenso un poquito más allá de las nubes, ofrece conferencias emocionadas sobre el modo en que la ingravidez le permitía dar volteretas en el espacio.