Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



viernes, agosto 01, 2008

La gallina de los huevos de oro

Nos hemos convertido en un país de record Guinness. A la altonancia cubana alrededor del mundo, podemos adicionarle los argumentos únicos de tener la dictadura más vieja del hemisferio, la primera monarquía del Caribe, la más numerosa población carcelaria por delitos de conciencia, la libreta de racionamiento más duradera de la Era Moderna, el discurso más largo de la historia, las prostitutas “más ilustradas y sanas del mundo”.
Nos hemos convertido, desde el inicio de la segunda mitad del siglo XX, en una tierra de campeones.
Aún hoy, nadie se olvida de la medalla de plata de Enrique Figuerola en los 100 metros planos en las Olimpiadas de Tokio de 1964, los lanzamientos de Manuel Alarcón frente al equipo de béisbol de EEUU en los Panamericanos de Winnipeg del 66, ni del “con el corazón, con el corazón” cuando Alberto Juantorena llegaba a las metas de los 400 y los 800 en la pista de Montreal. Como nadie se olvida de Ubre Blanca, aquella vaca Holstein F-2, “una vaca lechera, no una vaca cualquiera”, que estableció varios record mundiales de producción de leche y que tiene su monumento en la Isla de la Juventud.
Ubre Blanca llegó a producir en febrero de 1982, la sorprendente cantidad de 24,268.9 litros de leche pura, un record que mantuvo durante 305 días de lactancia.
Fidel Castro le dedicó discursos, loas, ordenó fotos y reseñas en la prensa nacional, en las agencias internacionales, monumentos y canciones. Y, finalmente, inventaron la clonación para perpetuar los genes insólitos de Ubre Blanca en toda una generación de F-2 que nunca llenaron un vaso de leche.
Lo más alegre de aquella historia, fue lo que gozamos los cubanos con la guaracha “La vaquita Pijirigua”, de Pedro Luis Ferrer.
Ahora la prensa se hace eco de otro acontecimiento inusual. La gallina Tití, del campesino cubano Telesforo Martínez, es una nueva campeona sin precedentes que simboliza los éxitos de Cuba bajo la batuta de Raúl, el eterno número 2.
Es que Tití produce con demasía lo que les falta a los cubanos: huevos grandes.
Con huevos promedios de 180 gramos de peso, Tití, desde su granja criolla en la localidad de Campo Florido, al sur de La Habana, ha superado por 10 gramos a la recordista que la antecedía, una gallina de Islas Canarias.
El mismo Fidel Castro está anonadado y en Cuba esperan su reflexión sobre Tití, a propósito de cómo pone huevos de esa dimensión una gallina revolucionaria sin sufrir de los males intestinales que aquejan al comandante.
El suceso ha convocado a curiosos, periodistas, zoólogos, veterinarios y a los dirigentes del Partido Comunista, que han llevado sus discursos y aplausos a Tití, han condecorado su cuello plumado y la han declarado héroe nacional del trabajo, como aquel cortador de caña ilustre que nunca aprendió a decir una sola palabra cuando abandonó la mocha para ocupar una butaca en el Comité Central, o como el astronauta cubano Arnaldo Tamayo, que 28 años después de su breve ascenso un poquito más allá de las nubes, ofrece conferencias emocionadas sobre el modo en que la ingravidez le permitía dar volteretas en el espacio.

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