Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



martes, noviembre 13, 2007

El circo chavista levantó su carpa en Chile


Si el fin justifica los medios, entonces el altercado del presidente venezolano Hugo Chávez en la Cumbre Iberoamericana celebrada en Chile la pasada semana, no es más que otro escalón en su tránsito hacia la fragmentación de esos encuentros, por demás, estériles.
Desde la pasada Cumbre en Argentina, ya Chávez había montado su show paralelo. La Cumbre Alternativa no era más que una fuerza de choque populista que buscaba dinamitar el cónclave oficial. Esta vez en Santiago de Chile, lo traía premeditado, era un plan en desarrollo.
Chávez provocó y provocó, una y otra vez, hasta lograr la reacción de Rodríguez Zapatero, el premier español, y del Rey Juan Carlos, que perdió los estribos reales y violentó la nobleza manoteando y mandando a callar a un Chávez que estaba como “calamar en su salsa”, desplegando todos los resentimientos, toda la intolerancia y todas las maneras marginales de su pobre formación intelectual y sus rasgos lombrosianos.
Después se fue a su Cumbre Alternativa y como el actor de farsas que es, se inventó una repentina llamada telefónica de su querido Fidel que, agonizandito, nunca se enteró de que el saltimbanqui venezolano estaba hablando con él desde una tribuna chilena.
El suceso fue patético. Había que verlo por la televisión. Allá atrás, impasible y ajeno, estaba el boliviano Evo Morales que, adormecido de masticar tantas hojas de coca, no sabía qué era lo que estaba pasando allí porque, pobrecito, ni entiende el español.
El ecuatoriano Correa, con más inteligencia que los demás colegas latinoamericanos de “nuevo tipo”, se escabulló disimuladamente para no verse obligado a tomar partido en este circo, no por decencia, sino por postura, con su traje caro, su sonrisa y su banda presidencial. Y sólo el nicaragüense Ortega le siguió la rima a Chávez con un remake de la provocación original, que viene en su segunda presentación con vestimenta de caricatura.
Comentar el suceso con seriedad es ser cómplice de la tomadura de pelos de esa izquierda latinoamericana de viso bolivariano. Dios los cría, y el diablo los junta. Son un panorama lastimoso que en esta nueva puesta en escena, en Chile, confirmaron su verdad.
Los cubanos, como siempre, (dicen que más sabe el diablo por viejo que por diablo) manejaron su (com)postura. Pérez Roque se mantuvo en silencio porque nunca emite un juicio sin autorización del más allá, y ya fuera del cónclave, dieron dos opiniones mediocres defendiendo a Chávez. Luego Fidel se ocuparía de fijar la posición cubana en sus reflexiones en el periódico oficial Granma, pero Granma no existe, es acaso una metáfora, una ilusión, así que en definitivas, no han dicho nada.
La única enseñanza aprendida de todo esto es la percepción de que en el 2008, las naciones de la izquierda bolivariana no asistirán a la Cumbre y en su caso, celebrarán entre ellos una Cumbre paralela, como el ALBA, la agencia bolivariana de noticias y todos esos engendros y parafernalias del show.
Lo cierto es que si no hubiera sido con Zapatero, Moratinos y el PSOE, España comenzaría ahora a pensar muy seriamente en la efectividad de sus dádivas, flojeras y deslumbramientos con los gorilas de esta izquierda nueva y lo que queda de la vieja, y lo vergonzoso de sus políticas cristianas de poner la otra mejilla para que Chávez, Ortega o Fidel, le den una tunda de bofetadas. Entonces las cosas cambiarían. Pero con Zapatero, Moratinos y el PSOE poco queda por esperar.

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