Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



viernes, noviembre 09, 2007

Carlos Fuentes, 80 años después


Gardel podrá asegurar que 20 años no es nada, pero este noviembre, el panameño/mexicano Carlos Fuentes cumplió 80 años, y a esa altura hay que ser más coherente en lo que dices si no quieres que te tilden de chocho.
Si me detengo en este artículo de Fuentes titulado “Bush y Cuba”, publicado el 30 de octubre de 2007 y que me envió por correo electrónico mi amigo Fernández Pequeño, no es porque pretenda una exaltación de las virtudes de Geroge Bush, que apenas aparecerán para poder exaltarlas, sino porque creo que lo que pidió Bush para Cuba en su discurso pasado fue bueno en sí, como propuesta, sin importar la valía del personaje que lo dijo. Esa es la diferencia.
Repasemos: Becas, computadoras, libertad y no cambios, llamado al perdón y la incorporación de todos en una Cuba nueva, incluso los militares; fondos millonarios internacionales de ayuda e inversiones para una Cuba posterior a la dictadura, acceso a información libre por la Internet.
Pensemos con franqueza ¿quién cree que esas demandas no son buenas para Cuba y para los cubanos? Y ¿qué cubano exiliado, emigrante, devenido en ese exilio con terciopelo o no, que disfruta de todos esos delirios cada día, está dispuesto a renunciar a ellos en el país donde vive para ser consecuente con una oposición a ultranzas contra Bush y los “americanos”? (Incluso ¿Carlos Fuentes lo haría?).
A mi me “jarta” el prejuicio anti-estadounidense, desde José Martí en Ky West hasta Carlos Lage ayer en Santiago de Chile. Me parece ridículo y me niego a ser repetidor de esa pose trasnochada y arcaica.
En su artículo, Fuentes comienza con frases cuestionables. Decir “La influencia de EU dominó la vida política de Cuba hasta 1959” no es una verdad absoluta que se puede establecer con tal ligereza, a no ser como eco de lo que se ha dicho en Cuba druante el último medio siglo. Eso es más ofensivo para la historia republicana cubana que todo el discurso de Bush. Es aficionado y superficial, digno de los libros de texto para la enseñanza primaria que publica el Ministerio de Educación de la Cuba “revolucionaria”.
Luego dice: “Hoy, Cuba está en transición. Raúl Castro, con toda la cautela que el caso requiere, ha enviado mensajes insólitos de apertura a los cuales la sociedad cubana ha dado respuestas esperanzadoras. Se trata de un asunto difícil: el movimiento de la sociedad y del Estado hacia un sistema más abierto, más democrático. A condición de que sean los propios cubanos quienes decidan el camino”. Otro error total. Lo de la “transición” se puede entender sólo como una acepción dialéctica en el sentido de que todo evoluciona y se mueve. Física aplicada y poquito de filosofía.
Sin embargo, quisiera que Fuentes citara dos ejemplos concretos con resultados tangibles o pronósticos seguros, de esos “enviado mensajes insólitos de apertura” que ha dado Raúl Castro. Todos podemos citar ejemplos de que son el remake de días vividos en otros momentos en que ha sido necesario mandar señales apaciguantes frente a un clima de expectativas populares y tensiones, hasta que regresan las aguas calmas. Nada más.
Más adelante dice “A condición de que sean los propios cubanos quienes decidan el camino”. Si Fuentes rechaza la ingerencia (que yo defiendo en un mundo global y moderno, ¿o seguimos respetando los feudos de quienes hacen y deshacen a su antojo apoyados por lacayos y fusiles ante la indolencia y la complicidad silente del resto del mundo?) ¿cómo se atribuye el derecho de elegir quiénes son o no son esos cubanos que deben decidir el destino de Cuba? ¿Quién le dijo a Carlos Fuentes que los cubanos que hablan horrores de Fidel Castro tomándose un café express en el Versalles de la calle 8 de Miami no son parte de esos que deben decidir el destino de Cuba? ¿O que quienes aplauden hasta rabiar el discurso de Bush no son esos cubanos? Para después asegurar que “al mundo entero, pero sobre todo a Iberoamérica, le interesa que la autonomía de la isla sea respetada”. ¿Y eso? ¿Ingerencia? ¿Cuba debe responde al interés del mundo e Iberoamérica o al interés de los cubanos de Mariano y de la Pequeña Habana en Miami?
Volvamos al rechazo de Fuentes al ingerencismo: “Le niega al régimen cubano lo que le da a otros regímenes comunistas como China y Vietnam: inversiones, diálogo, diplomacia, respeto”, dijo Bush. La política exterior de un país responde a ese país y EEUU pueda aplicarla como lo haya decidido. Tiene derecho soberano y nacional a aplicarle un embargo a Cuba (fantasioso por demás, inútil, pero es tema de otra conversación) y una mano amiga a China.
La previsión de Carlos Fuentes cuando asegura “Y no le ofrece a Cuba más que una velada amenaza: volver a ser colonia de los EU”, no merece comentarios, es una repetición irracional de las palabras de Pérez Roque en la ONU. Eso es ridículo, tonterías de ingenuos e iletrados, tan anacrónico dentro de la razón que representa Fuentes.
Finalmente, el mexicano (¿o panameño?) termina con el puntillazo mortal: “A la soberbia desatada de Bush, Iberoamérica debe responder con las armas de la razón, la cautela, la diplomacia, la negociación y el respeto hacia el pueblo cubano”. El resentimiento histórico mexicano no es el problema de Cuba, y Fuentes no puede pretender llevarnos a alimentar sus frustraciones nacionales y su dolor. Además de reincidir en el error de confundir “pueblo cubano” con “gobierno cubano”, ¿cuáles son esas armas de la razón, la cautela, etc. que pide Carlos Fuentes para al caso cubano? ¿Las que han sostenido medio siglo de dictadura dentro de Cuba frente a la indolencia iberoamericana, o mejor, gracias a la indolencia iberoamericana? Iberoamérica tiene en el futuro un ejercicio de conciencia y responsabilidad por su actitud cómplice, pasiva e interesada en provecho propio ante medio siglo de horrores en Cuba.
Pero Fuentes aconseja más de lo mismo. Y con la experiencia de un canciller español indolente y postrado en La Habana, Fuentes tiene la ingeniosa idea de sugerir que el Rey Juan Carlos sea el ideal moderador de este proceso. Patético.
Su oración final es antológica: “La responsabilidad es de todos nosotros, los que compartimos tradición, historia, lengua y costumbre con la hermana nación cubana”. O sea, la ingerencia es a veces sí y otras veces no. Filipinas, Sahara Occidental y Marrruecos hablan español, en las naciones de la costa oeste del Africa central están las raíces de la cultura popular cubana, la historia de Cuba fue ligada a la de EEUU cuando en el siglo XVI partió el gobernador de La Habana desde la Fortaleza de La Fuerza a conquistar la península de la Florida, y el vocablo “barbacoa”, original de los taínos cubanos, pasó al inglés para definir un hábito culinario norteamericano, el barbecue. El café vino de Arabia y el nombre del país, Cuba, tiene su origen en las cubas de las mezquitas.

1 comentario:

Jorge A. Pomar dijo...

Excelente tu análisis de Carlos Fuentes. Válido además para toda una pléyade de intelectuales de la izquierda caviar en América y Europa Occidental.

Fuentes haría bien en dejarnos en paz y ocuparse de su México "lindo y querido", que es un desastre histórico y mental. No vale la pena gastar saliva en ese sabelotodo.

No comparto, sin embargo, tu punto de vista negativo sobre George Bush. A mi juicio, él ha sido un presidente exitoso en todos los órdenes, incluso en Iraq, donde derrocó a un déspota carnicero y propone la mejor solución posible para ese país.

Si fracasa en ese empeño, no será en modo alguno por culpa suya sino, en primer lugar porque implantar la democracia en ese país pudiera ser una misión imposible a corto y mediano plazo.

En ese fiasco, si a la postre se produce, habrá tenido mucho que ver la mala fe de los demócratas y sus correligionarios europeos, que celebran sin recato cada atentado terrorista como un triunfo de la "resistencia".

Lo que está en juego ahora mismo en Mesopotamia es la disyuntiva perversa establecida por la ONU entre derechos humanos y soberanismo. La cuestión guarda una relación con la imagen apologética del castrismo.

Después de haber puesto todo tipo de trabas, los demócratas acaban de fracasar ruidosamente en el Senado en el tema del financiamiento de las tropas en Iraq, a donde ya están retornando en masa los emigrados.

Por otro lado, en algunos aspectos caracterológicos hay bastante que aprender de Bush: es modesto, habla poco y conciso; no carece de sentido del humor ni de sentido común; administró bien al estado de Texas durante diez años de gobernaduría y a Estados Unidos en ya más de siete; no es lo que se dice una lumbrera pero tampoco presume de serlo; por consiguiente, no mete la cuchareta en todos los potajes ministeriales, corrige a menudo sus errores, se mantiene en sus trece en políticas que estima correctas y, last but not least, se rodea sin complejos de colaboradores más inteligentes que él...

Por eso, los electores lo reeligieron a él, desairando olímpicamente al cabeza loca de Kerry. (En cuanto a Al Gore, como gurú del apocalipsis climático está demostrando con creces lo que siempre fue: un puritano milenarista tan cursi como hipócrita.)

Finalmente, una pregunta: ¿Conoce alguien a algún mandatario latinoamericano actual que pueda comparársele? Aquí en el Viejo Continente, Angela Merkel y alguno más, si a tanto llega.

Resumiendo, podrá gustarnos o no, pero Bush es el clásico Tom Sawyer. En el sentido de que ecarna como pocos el ideal norteamericano de que cualquiera puede ser presidente. Y como admites en tu artículo, su política cubana es punto menos que irreprochable.

Además, dentro de un año habrá otro inquilino en la Casa Blanca, el décimo o el undécimo desde 1959. Si por desgracia gana la Clinton o el Obama, ya veremos si nos cuadra más o nos cuadra menos. Apuesto a que, como de costumbre en los presidentes demócratas, no va haber cambios significativos. ¿Cuánto te juegas. hermano?

Un abrazo,

Jorge A. Pomar

PD: Al fin aprendí ayer a poner enlaces con mi maestra blogosférica, la chica de Kubalgie, y acabo de poner el tuyo.