Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



martes, febrero 23, 2010

Memorias de una dama… de verdad

Una amiga me dijo, “si quieres el libro yo te lo compro mañana y te lo traigo”. Es fácil, uno de esos vendedores de semáforos ofrece la novela “Memorias de una dama”, perfectamente fotocopiada y encuadernada, al módico precio de 250 pesos dominicanos. Venció las extrañas prohibiciones para que la novela, del autor peruano Santiago Rocangliolo, publicada por el sello Alfaguara, se vendiera en República Dominicana.
La había buscado en librerías y luego traté de adquirirla a través de librerías virtuales, pero los envíos a República Dominicana no procedían.
Finalmente la he leído porque un amigo me prestó el libro original, que había comprado en Madrid antes del show.
Me gustaba la literatura de Rocangliolo. Había leído de él Pudor y Abril Rojo y tiene ese modo de redactar con frases cortas, muchos puntos y seguido y párrafos breves. Pienso que habrá leído mucho a los novelistas norteamericanos de la segunda mitad del siglo XX y también a sus antecesores, Hemingway por ejemplo.
Hay una dinámica que impulsa su lectura. Se dice que un párrafo periodístico no debe exceder las 100 palabras. Rocangliolo ha aprendido la lección y la llevó a la literatura. Por eso engancha, se lee fácil y le gusta esa trampa sana de los best seller y el modo cinematográfico de contar, obligando a visualizarlo todo.
He disfrutado la novela. Mucho más los bloques de pura ficción en los que el narrador es el protagonista que los que reproducen las memorias de Diana Minetti. Me he reído con ella y he aprendiendo a sortear los cambios de apellidos literarios convirtiéndolos en los reales de la sociedad dominicana, para conocer detalles sacados de la pura historia negra nacional.
La novela lo es en sí. Como La Fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa, se lee como pura ficción sin la necesidad de traducir las referencias disfrazadas. Qué importan las intrigas y los rencores, el miedo a la verdad y los honores de sangre azul dominicana, el libro de Vargas Llosa es una joya universal y eso es lo que le vale al buen lector. Duela a quien le duela. Es lo que pasa con Memorias de una dama, de Rocangliolo, en medida menor.
Lo que sí ha sido un crimen es la prohibición mediante argumentos legales, para que la novela no circule en República Dominicana y la genuflexión empresarial a la demanda de los implicados que ya, gracias al vendedor ambulante en un semáforo callejero, han visto violados sus secretos oscuros, sus miedos al pasado y la negación de sus trampas.

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