Tomarse en serio la opereta de la política latinoamericana es pecar de tonto. Las muestras se suceden cada día. Por ejemplo, Alvaro Vargas Llosa acaba de jugar el rol del “perfecto idiota latinoamericano” sumándose al presidente peruano Ollanta Humala durante su campaña electoral. La iglesia cubana conspira con el poder y se convierte en el cómplice principal para el destierro de los presos de conciencia en la Isla, o se va de emisario oficial pagado a proclamar bajo su sotana, que se termine la posición común europea frente a Cuba.
Lo último en este escalafón secular de trampas, es la aparición de un informe oficial que asegura que el presidente hondureño Porfirio Lobo le ofreció a Hugo Chávez trabajar por la instauración del Socialismos de Siglo XX en su país, rubricado durante las negociaciones para el regreso de Zelaya a Tegucigalpa.
Es lógico dentro de este sainete regional. Lobo, que suele disfrazarse de abuelita y sonreír con una expresión aparentemente idiota, quiere, como buen político latinoamericano, tomar el poder absoluto y perpetuarse en su cima mientras las turbas de corruptos, analfabetos y pobres se amontonan aplaudiendo a sus pies.
¿Alguien duda de que es verdad? Claro que no. Es totalmente cierto. En Latinoamérica la traición es como Pi, una constante, más ahora que desde Washington la política hacia la región está acodada en el desinterés, la irreflexión y la burla.
En lo adelante, veremos a este Lobo disfrazado de abuelita, aprobar jugadas alevosas sonriendo como si fuera un chiste. Manejará los poderes a la sombra para convocar a una constituyente, convencerá a la iglesia, que siempre está dispuesta a dejarse convencer, y contará con el apoyo de los militares quienes, por una raya más en el hombro, son capaces de matar.
Porque eso viene. Tan seguro como en Perú, para vergüenza de literatos y expresidentes.
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