He recibido por email el artículo de Lissette Bustamante, “Obama derriba muro con Cuba”, que me han enviado amigos con un júbilo que se traduce en el mensaje.
Patética la irresponsabilidad con que actúa Obama en lo referente a Cuba. Peor aún la presumida rapidez sin detenerse a pensar en 50 años de arrastres históricos. A mi, personalmente, no me interesa nada ese discurso ni es motivo de festejo. Mi primera y real preocupación, como cubano, es lo que el gobierno de Cuba haga y vaya a hacer. Mi problema sigue siendo Cuba, no los EEUU. El muro en Cuba, el cambio en Cuba y las exigencias a la actitud en Cuba, que es mi país.
El embargo, las restricciones a viajes, etc, sólo me preocupan en su justa medida, más embargo tenemos dentro de Cuba y muchísimas más restricciones a los viajes a donde sea.
En definitivas, lo peor es ver ese anuncio peligroso de que Washington va a seguir la tendencia de la UE respecto de Cuba, es lo peor que nos podía pasar. Languidecer en el olvido, el desinterés y la cuota de complicidad que ello implica.
El párrafo que dice, "La apertura de los viajes de estadounidenses significaría toda una bomba de relojería para el engranaje de los Castro”, es una burla ofensiva, ¿de qué relojería habla? ¿la de 50 años más? Y continúa, “Un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI) indica que entre 3 y 3,5 millones de estadounidenses visitarían anualmente Cuba. La entrada masiva de dólares, según muchos analistas, podría ser el principio del fin del régimen comunista", ¿qué analista serio dice eso? Es el mayor disparate posible, que sólo puede salir de quienes están muy lejanos de la realidad cubana o de quienes la han olvidado o de quienes ya no les interesa seguir nadando contra la corriente.
No pretendo ir a pavonearme por las calles de La Habana, ni tampoco la nostalgia me ataca irresponsablemente. Es mi cuota de exiliado y pago por ella. Quien lo haga, feliz, y quien lo haga 100 veces al año, mejor. Va por ellos. Pero yo no me alisto en esa jugada.
Ni me alisto para brindar por la pretensión irresponsable del gobierno de Obama, un golpe rápido de politiquería infeliz. Ese no es mi asunto, sino todo lo contrario. Bien lo dice la periodista, “Obama no pierde tiempo. Quizá por eso, Cuba ha dejado de ser un tabú para el Tío Sam”. ¿Un tabú?, ¿50 años de dictadura son acaso un tabú para Obama y sus cómplices? “La situación nunca había sido tan favorable como ahora. Los demócratas controlan ambas cámaras”, cita la periodista con evidente optimismo. ¿Favorable para quién? Deberíamos preguntárnoslo en serio.
El mismo artículo refiere que Philip Peters, subdirector del Instituto Lexington de Virginia y asesor de asuntos cubanos, asegura que “el presidente norteamericano presionará a la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) para que modere su postura”, que “la programación de la disidente Radio y Televisión Martí se someterá a revisión" y que “Obama podría devolver a los cinco espías cubanos presos en Estados Unidos”.
¿Algunos de quienes se vanaglorian de todo eso han reflexionado seriamente sobre este contexto anunciado? ¿Lo han hecho desde el confort climatizado del sofá de sus casas, frente a un plasma de 50 pulgadas, Internet de banda ancha, whisky on the rock, tapas de jamón prochuto y la preocupación por los préstamos bancarios para cambiar el auto por uno nuevo? ¿No los ha dejado reflexionar solidariamente, sobre esa veloz acción de Washington, la duda por la hora de su próximo boleto de avión para irse a vacacionar? ¿el costo de la parábola de televisión? ¿el forum sobre derechos humanos, libertad de expresión, democracia y todos esos artilugios “literarios” al que asistirán en Europa?
No quiero atarme la lengua cuando hablamos entre cubanos, me asiste el derecho de estos 50 años y le rindo culto a la opinión sin ataduras.
1 comentario:
Mi por ciento de acuerdo con tu descarnado pero psicoanalíticamente impecable análisis, Luis. El oportunismo y la frivolidad nos están matando a plazos cada vez más cortos. Lo de Lisette es ya un despelote...
Un ventenio de turismo europeo ha dejado un saldo de apogeo jineteril, envilecimiento general y boga del apoliticismo más obsecuente con el statu quo. ¿Por qué entonces los turistas norteamericanos habrían de producir efectos contrarios?
Yo también tengo familia en Cuba (tres hijos y tres hermanos) y sólo he estado una vez en la Isla. En 1999, me dieron tres semanas y pagué cien dólares a Iberia por largarme una antes del plazo.
Incapaz de soportar la penuria capitalina, la vil picaresca cotidiana en las calles y la unicuidad policial, desde el primer día me avergonzaron mis dólares y tarjetas de crédito; la cortesía rastrera hacia el emigrado en hoteles,
tiendas, restaurantes; el deprimente espectáculo de esas miriadas de chicas adolescentes repellándose contra la pellejera de repugnantes viejos verdes; la ostentosa arrogancia de tantos cambiacasas miemenses tratados como mariposas...
Un abrazo,
El Abicú
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