Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



martes, febrero 17, 2009

Una orden para dictadores

Los guatemaltecos tienen una orden nacional honorífica que, tras su prestigioso origen ha tenido que cargar con una penosa historia.
La realidad ha hecho que la Orden del Quetzal, en grado de Gran Collar, que otorga el Estado y Gobierno de esa nación, y que fue concebida con todo el honor y el decoro posibles, sus torpes gobiernos y sus incapaces gobernantes la han convertido en una exaltación a la miseria humana colocándola en cuellos despreciables.
La famosa orden guatemalteca la han recibido el italiano Benito Mussolini, el paraguayo Alfredo Stroessner, el chileno Augusto Pinochet y el argentino Jorge Videla. Curiosa galería a la que se sumó este lunes, nada menos que Fidel Castro, la quinta pata de esa mesa del horror.
Pocas ordenes nacionales pueden exhibir una lita de condecorados de semejante connotacion.
Lo peor es que Alvaro Colom, el actual presidente de Guatemala, viajó a La Habana por dos días a pesar de las críticas internas y la renuncia de casi todos a acompañarlo, con la idea de entregarle la Orden a Fidel. Era como su pase hasta la cama del cadáver. Pero ni modo. No lo dejaron llegar y este gris, inepto y tonto presidente se quedó con las ganas poniendo la orden de Fidel en las manos de Raúl Castro y una foto sonriente, de ambos, antes de regresar a Guatemala.
Colom siguió los pasos de los 7 presidentes latinoamericanos que han viajado en los últimos meses a La Habana. Es el ensayo general antes de la función definitiva del funeral.

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