Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



martes, febrero 03, 2009

Los ángeles de la guardia se reproducen en Latinoamérica

"Ya no queremos un único líder que quiere eternizarse en el poder”, dijo el cabecilla del partido oficialista paraguayo, Lino Oviedo, al proclamar su desacuerdo con que, estando en el poder, “usen reglas democráticas para subordinar a sus intereses a un pueblo que se encuentra en la pobreza", como lo hacen ahora "los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, de Bolivia, Evo Morales, y de Ecuador, Rafael Correa".
Las razones de Oviedo son consistentes. Es que apenas a 6 meses de asumir la dirección del país, el presidente de Paragüay, Fernando Lugo, ya anda anunciando su intención de modificar la Constitución para poder aspirar a un segundo mandato, algo que está prohibido por la carta magna de esa nación suramericana.
Parece que Lugo cree que la presidencia es como el sacerdocio, una vocación y un oficio de por vida, un mal que han asumido creyentes y ateos, desde Fidel hasta Morales, por esa tendencia curiosa y coincidente de que todos los redentores de sus países, elegidos por la historia, insustituibles y dotados se siente únicos en su especie y eternos como Dios.
Es un factor común. No más suben al poder, crean constituyentes, manipulan los poderes del Estado, declaran a la oposición pro-imperialista, yankee, apátrida y oligarca, enemigos del pueblo y se dedican a crear las condiciones para no salir de la silla presidencial ¡ni muertos!, con Fidel Castro como ideal, que “ni muerto” ha salido del poder.
Por ahí vienen, tras el sacerdote de la liberación, dos anuncios más de eternización, nada menos que el elegido Daniel Ortega, en Nicaragua, un tipo que tan sólo de verlo causa espanto, y la proclamada superioridad durante las últimas consultas populares, del Frente Farabundo Martí en El Salvador, una premonición que asusta porque ya veremos a esa desangrada tierra en manos de otra legión de superdotados, exclusivos, redentores y patriarcas de la nación y del pueblo, queriendo morir en el trono. Como un rey.

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