Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



viernes, mayo 14, 2010

Cuba, Represión ID: Los rostros de la infamia

La campaña iniciada por tres abogados cubanos en la ciudad de Miami, llamada “Cuba, Represión ID”, ha preocupado a los defensores de la dictadura castrista, quienes la atacan con fiereza y con los epítetos de siempre.
No se quienes son ellos, no me interesa. No se qué móvil cierto o no los motiva. Lo que defiendo es la iniciativa de ponerle rostro, nombre y apellido a los que, impunemente, golpean hoy en las calles de Cuba.
Creo que la razón principal de tan enérgica respuesta desde La Habana es, justamente, la importancia que “Cuba, Represión ID” está tomando en una historia de la infamia que hay que archivar como memoria nacional, para ese futuro de perdón (y no de olvidos) que añoramos.
No nos llamemos a simplezas. La dictadura cubana es cruel y larga. Cinco décadas han llenado de escepticismo y costumbre a muchos, porque los cubanos hemos padecido una de las más largas tiranías de la historia moderna.
Es una realidad que merece testimonios fidedignos y, como el archivo cubano registra a asesinos y asesinados desde los fusilamientos sumarísimos de inicios de la llega de la revolución a La Habana, hoy es hora de identificar a los cómplices del abuso, la delación, la represión y el vandalismo revolucionario.
Lo creo justo y aleccionador. Es una llamaba a contener la impunidad de la doble moral desatada en Cuba, de quienes hoy vociferan improperios contra el disidente en un acto de repudio y mañana huyen del país.
Algún impacto de exorcismo tendrá saber que cada vez es menos posible esconderse en el anonimato y la hipocresía porque te persigue una identidad, un ID que pone en evidencia tu participación en la vergüenza nacional.
Yo lo aplaudo. Creo en la tolerancia, la libertad, el diálogo. Voto por una patria incluyente, democrática y para todos. Sólo sin odios podemos reconstruir la Cuba devastada.
Pero cuidado, no confundamos eso con el perdón a los criminales, ni con devolverles la confianza a los lacayos, ni con la sonrisa amable a quienes hoy golpean en las calles a los opositores. No aplaudamos a los colaboradores repentinos, a los delatores de barrio. Identiquémoslos, para soportarlos. Sépamos quienes fueron para brindarles la tolerancia futura.
Al menos un repudio moral deben merecer, al menos una foto confesatoria que los ponga en evidencia ante la memoria y el dolor de todos los cubanos.

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