Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



jueves, junio 04, 2009

OEA: Todos hemos perdido

Un amigo me aseguraba que “de la información que emite el gobierno cubano, el 80% es falso y el resto hay que ponerlo en dudas”. Su conclusión no responde precisamente a la sabiduría, sino a la experiencia. En 50 años se aprenden pocas cosas, pero algunas quedan.
Y sucede que la enérgica y reiterada campaña cubana contra la OEA, su desinterés por integrarla, sus epítetos groseros y sus poses de esa simulada dignidad histórica, no son más que el tránsito de un proceso que apunta a todo lo contrario.
Durante los días próximos a la Cumbre de la OEA en Honduras, mientras duró y ahora, después de sus resultados, La Habana ha mantenido un silencio sepulcral. Sus aliados en Latinoamérica se ocuparon de hablar por ella. La voz cantante fue poco lujosa, es cierto, esa imagen del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, basta para quitarle el entusiasmo a cualquiera, un fogoso cura paraguayo y el mandatario hondureño, Manuel Zelaya, que asusta con esos tintes de un negro profundo en el bigote. Personajes de la tragicomedia continental.
La Resolución VI, adoptada el 31 de enero de 1962 en la Octava Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores, en la que Cuba quedó excluida de la Organización por su anexionismo a la URSS y China y las prácticas antidemocráticas propias del sistema comunista, fue eliminada ahora en Honduras. La URSS no existe, China es un vaivén de ganancias económicas en el que todo el mundo quiere mecerse. Pero Cuba sigue manteniendo un sistema antidemocrático propio de, justamente, los regímenes comunistas.
La vieja Resolución tiene su toque obsoleto e impracticable en una comunidad pluralista, respetuosa y libre. Pero lo peor es que, como toda Organización, se rige por unos principios llamado Carta Democrática Interamericana, a la que no hicieron mención los ilustres participantes del cónclave en Honduras, a pesar del empeño de la representación de EEUU.
Y es que Cuba ya había lanzado sus caballos de batalla a echar la pelea. Fue un teatro de marionetas que pronto se evidenciará.
En Honduras perdimos todos. La OEA disminuyó aún más su cuestionada moral. José Manuel Insulza reiteró lo que ya sabíamos, a pesar de esa perenne expresión bulldog de aparente desinterés. Perdimos los cubanos viendo la unidad del bloque que apoya a nuestros verdugos. Perdió la región que afianzó sus políticas irresponsables y la deslealtad de sus gobiernos.
Y perdió, sobre todo, EEUU, que mostró otro signo de debilidad. Hillary Clinton, con su sonrisa de Vogue, no pudo mantener los intereses de su país. Acaso un débil punto final en la resolución de Honduras que dice “la participación de Cuba en la OEA será el resultado de un proceso de diálogo iniciado a solicitud del Gobierno de Cuba y de conformidad con las prácticas, los propósitos y principios de la OEA”.
Eso no es nada, porque la realidad es que EEUU no logró incluir en la resolución final, la Carta Democrática, con nombre y apellido, que era, justamente, lo que debieron mencionar el resto de las naciones pero que callaron porque sería un dardo directo a la vergüenza de ellos mismo.
EEUU no tuvo aliados en la OEA. No demostró poder, influencia, habilidad. Nadie “le hizo el coro”. Su participación fue gris, mediocre y fatal.
El único ganador ha sido el gobierno cubano. Fue víctima, héroe aclamado, protegida de todos, adulada. Un triunfo total que, como suele suceder, no tuvo en cuenta los intereses de los cubanos, legitimizando la dictadura castrista.
El próximo paso será el comienzo de las conversaciones con La Habana, la modificación de la carta Democrática Interamericana de 2002 y, finalmente, la claque latinoamericana pidiendo la reinserción inmediata de Cuba, incondicionalmente.
¿Quién se va a oponer? EEUU perdió este round, pero creo que, en realidad, ha perdido la pelea.

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