Uno, dos, tres…, probando. Ya está. Tras 50 años de ensayos “en seco”, el socialismo verdadero puede comenzar, o el socialismo nuevo, o del siglo XXI, o mejor aún, el socialismo real, lo que implica que cuatro generaciones perdidas de cubanos, ocho de europeos del este y diez generaciones de rusos que han padecido la separación, el ostracismo, la represión y el dolor, desde abuelos hasta nietos, no ha sido más que un socialismo de mentiritas, irreal, ficticio y, lo que es peor, acaso un ensayo como las bandas antes de comenzar la retreta del domingo.
Si la sentencia no es cruel, nada hay más parecido.
¿Es que se precisan de 50 años más para poner en práctica el resultado de un ensayo, corregir sus desperfectos, ajustar sus trombones y volver da capo, ahora sí que va en serio, otro intento de socialismo igual con un apellido distinto, para marcar las diferencias?
¿Y qué garantiza, bajo qué manuales, teorías, especulaciones de sociólogos, economistas y politólogos ha quedado certificado, que los próximos 50 años no terminarán por desafinarse y la grabación de la orquesta hay que comenzarla de nuevo, con otros apellidos ilustres y renovados, por los próximos 100 años que vendrán?
Tras millones de páginas teorizantes, más libros que en la biblioteca de Congreso, forums, disertaciones, teorías y cónclaves globales, el famoso “socialismo”, escalón intermedio para llegar al comunismo, enriquecido por Lenin, Fidel, Mao y ahora por el nuevo filósofo venezolano, ha terminado por ser un caos social, suerte de cáncer del siglo XX, que detuvo el desarrollo de la humanidad por un siglo de estaticismo, crímenes y destrucciones de todo tipo, desde la dignidad humana hasta las fertilidad de la tierra.
“Es que lo vivido no ha sido en realidad el socialismo”, “es que lo vivido, fue tan sólo una prueba de audio”, aseguran los teórico atrincherados en su resistencia contra la realidad, los defensores a ultranzas de las causas perdidas intentando revivir el cadáver de un sistema que demostró su inviabilidad.
No. Es como regresar a los coches de caballos, a la máquina de escribir, a las palomas mensajeras. “El feudalismo es viable, aquel fue sólo un ensayo que ahora podemos reconstruir bajo postulados distintos”, podrían también aseverar.
Me niego a aceptar lo retrógrado y la involución arrodillado en la vanidosa pose de la razón a toda costa. Perdimos, perdieron. El socialismo pretendido era aquello y lo será, lo demás no son más que páginas redactadas con afán de fabulador para tratar de demostrar lo contrario. La realidad ha sido esta y me bastan 50 años para no volverlo a probar.
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