Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



jueves, enero 22, 2009

Germán Pifferrer in memoriam

Lo conocí hace un par de año, tomamos vino en una taberna rústica de la avenida Flagler y llenó la tarde de anécdotas y simpatías. Mantenía la viveza acostumbrada de que me contaban los amigos comunes que nos presentaron.
Pero de Germán Pifferrer sabía desde mucho antes.
En La Habana escuché hasta el deterioro un long-play de la Orquesta Cubana de Música Moderna dirigida por él. Pastilla de Menta y Room 43 se rayaron de tanto girar en mi viejo tocadiscos.
Después entré, por esas virtudes que te aguardan en la vida, en una familia de artistas cubanos unidos por una larga amistad con Germán Pifferrer. Por ellos, acabo de saber de su muerte. Explicable e insólita, porque hay cosas que suelen suceder así.
El pasado 17 de enero, un cáncer mató a esta leyenda de la música cubana. Hace poco tenía en planes un CD de latin-jazz al estilo de Loquibambia, aquel grupo que dirigió en los 50, el pianista Frank Emilio. Pifferrer era un creador incansable. Escuchaba las conversaciones como música y armonizaba hablando.
Comenzó su carrera musical en Holguín, su ciudad natal, como cantante de la orquesta Hermanos Avilés y ya en La Habana, se destacó como arreglista y director. Fue significándose por su talento y su identificable manera de arreglar y de conducir la orquesta.
Un email que acabo de recibir del saxofonista Paquito D’Rivera, recuerda que “El Pife - como lo llamábamos sus amigos y admiradores- debería ser un ejemplo que contradice a aquellos que aun pretenden hacernos creer que negando el academicismo y teniendo menos conocimientos se ayuda a preservar la espontaneidad y la frescura creativa, cuando la realidad es que, en absolutamente ninguna actividad humana, nadie puede ser considerado superior por saber menos. Germán fue una prueba de ello”.
El DVD del año 2004, titulado "Tropicana All Star recuerda a Benny Moré", lo reproduce como fue, llamativo, intranquilo, lleno de energía frente a la orquesta en la que Israel Kantor rememoró los éxitos del Benny. En el Town Hall de New York, dirigió y grabó “50 Years of Mambo", un álbum doble en vivo, en homenaje a Dámaso Pérez Prado. Sus largos años de exilio nunca lo distanciaron del ejercicio y la honra que le profesaba a la música de su patria, a las figuras que brillan para siempre en la historia musical de Cuba.
Él mismo ha de ser honrado así. Y por las mismas razones.

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