Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



jueves, enero 15, 2009

Olé por la Trini

Pródiga en infortunios, Trinidad Pérez no cesa de hablar lo que su jefe concibe, un Moratinos cada vez más definido en su conducta respecto de Cuba.
Cuando una vez quise publicar un artículo de opinión sobre el cabildeo de la diplomacia española para que la Unión Europea levantara las sanciones que le había impuesto a La Habana desde el apresamiento de los 75, no encontré cooperación en varios medios amigos españoles. Los compromisos financieros de unos y las simpatías de otros, frustraron mi intensión empeñados en mantener su silencio cómplice con Zapatero, Moratinos y Cia.
Un editor cubano en España, me “explicó” que mantener el silencio era necesario para lograr los beneficios para la disidencia cubana que España sacaría de esa mediación. Me recordó aquella estrategia que vivimos todos en Cuba de que nuestros errores había que mantenerlos en secreto y no divulgarlos como “armas al enemigo”, cuando en realidad, lo verdaderamente positivo sería eliminar los errores y que se enterara todo el mundo.
Dos años después, el silencio conspirativo de mis amigos con la cruzada “moratinense” a favor de los Castro, no ha traído ningún beneficio, ninguna respuesta, ninguna bondad.
Ahora, se repite el suceso.
La bella Trinidad Jiménez, secretaria de Estado española para Iberoamérica, acaba de asegurar durante su participación en el foro Tribuna Iberoamericana, que organizaron la Casa de América de Madrid y la Agencia Efe, que con Barack Obama, “no percibimos que pueda haber cambios de políticas concretas de Estados Unidos hacia Cuba, pero creo que el cambio de actitud puede ser ya beneficioso para la relación bilateral”. Jiménez agregó que “la actitud que pueda tener el presidente Obama va a ser positiva” y consideró que “en la medida en que haya gestos por un lado, puede haberlos por el otro”.
Ya no me asombran esas palabras, no sólo de España, sino de tantos que ahora le exigen disposiciones y cambios a EEUU en busca de una respuesta cubana cuando la lógica, la culpa y la ética confirmarían todo lo contrario.
¿Por qué EEUU debe tomar la iniciativa en un conflicto iniciado y estimulado por Cuba? ¿Por qué exigirle a EEUU un cambio en su política hacia Cuba, como búsqueda bondadosa y tímida de una respuesta cubana y no, precisamente, al revés?
No estimulo la demagogia y la delicadeza atemorizadas con Cuba acodados en una discutible valentía frente a EEUU y cantando en el coro global de las hipocresías.
Aunque los amigos españoles no publiquen jamás mi opinión en sus revistas.

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