Cuando compartimos un almuerzo en un hotel de Santo Domingo, hace apenas unos meses, Marfeli Pérez-Estable me pareció una persona razonable, tolerante y simpática. Estuvimos juntos participando en un evento sobre Cuba y durante esas jornadas modifiqué ciertas percepciones que tenía sobre ella a partir de sus puntos de vista en muchos artículos que he leído. “Te leo siempre pero frecuentemente no coincido contigo”, le dije y ella me pidió, entusiasmada, que se lo hiciera saber. Ahora lo hago.
Acabo de releer “Compromiso o confrontación”, una columna de opinión que Marifeli publicó en Encuentro en la Red (www.cubaencuentro.com, diciembre 23, 2008), y me vuelven a sacudir esas posiciones que me parecen salidas de premisas prefijadas discutiblemente.
Estamos de acuerdo en que la confrontación ha sido el aliento vital del gobierno cubano. Si ella, no les ha sido posible estimular motivaciones suficientes para poder mantenerse en ese embrujo del peligro, la patria y el socialismo o muerte, por 50 años. Sin embargo, yo consideraría “ingenuas” esas percepciones, digamos que adolescentes, sobre el rol que un nuevo gobierno estadounidense pudiera instaurar respecto a Cuba.
Primero, la frase “Nuestro presidente electo es, ciertamente, un visionario”, refiriéndose a Barak Obama, necesitaría una sustentación mayor para llegar a considerar que ciertamente, como cree Marifeli, Obama es un “visionario”. Pero, asegurar esa condición proponiendo que Obama asista a la Cumbre de las Américas que se celebrará en Trinidad y Tobago, del 17 al 19 de abril próximo, con las reformas sobre Cuba, es curioso.
Marifeli dice que “Obama pudiera enriquecer ese entusiasmo si antes de viajar pusiera fin a todas las restricciones impuestas a los viajes y las remesas de los cubanoamericanos. Sería una clara señal de que su gobierno saldría de la rutina política en relación con Cuba”.
Me pregunto varias cosas. Por qué Marifeli cree que Obama debe multiplicar su entusiasmo asistiendo a esa cumbre con el cambio en la política dictada por EEUU sobre Cuba? No se, a no ser que prime en esa opinión la inducción de una actitud unilateral de EEUU sobre Cuba sin que medie la exigencia de una respuesta contundente y semejante en sentido contrario.
Lo primero que me resulta cuestionable es eso, exigirle a EEUU una acción y no una reacción, como debe ser. O sea, definir de antemano, una culpa estadounidense sin contrapartida alguna.
A párrafo seguido, Marifeli dice que “A no ser en un plano simbólico, en el mundo de hoy la Isla importa poco”. Entonces, cuál es la razón de peso que justifique esa acción unilateral de Obama si Cuba no cuenta en los puntos neurálgicos de la política de Washington ni de la realidad estadounidense de hoy?
No he logrado determinar en qué plano de intereses se sitúa Marifeli, si como cubana (del exilio, claro está) o si de ciudadana de EEUU. Ella asegura que desde los gobiernos de Ford y Carter “no se ha trazado un mapa de ruta para la normalización de relaciones con La Habana. ¿Podrá Obama definir una política hacia Cuba y ver el bosque y más allá?”. Pero es que ese mapa (discutible, porque motivó respuestas de La Habana como la guerra en Angola con la finalidad de deshacer ese supuesto mapa del que habla) fue, o mal diseñado, o infuncional, o estimulante para que Cuba tomara posiciones más radicales y peligrosas. En caso de que esos “mapas” hubieran existido como una política de estado de Washington hacia La Habana, no arrojaron resultados previsiblemente positivos como para exaltar el talento “visionario” de Obama haciéndolo ver “el bosque y más allá”, lo que traducido, quiere decir que la columnista ansía que Obama trace e imponga una “ruta para la normalización de relaciones con La Habana”.
Ahí está el enigma de esta defensa que asume Marifeli Pérez-Estable. ¿Por qué debe EEUU trazar esa ruta para la normalización de las relaciones con La Habana? Lo que no logro ver en su opinión es qué justifica ese remake de la actitud unilateral estadounidense sin que, por otra parte, se exija, no una respuesta de Cuba, sino, por el contrario, una ruta inicial, si es que nos conducimos como cubanos y respondemos al conflicto de nuestra nación.
Exigir y enjuiciar la política de EEUU sobre Cuba es meternos en un derecho inherente a ese país. Creo que, como cubano, ese enjuiciamiento y esas exigencias deberían ir dirigidos a La Habana, que es lo que nos incumbe como patria y es el campo de acción en el que tenemos que conquistar nuestros derechos. Lo otro, no es más que reflejos de eso que llaman “ingerencia”.
Como colofón, como anexo entrelíneas que cumple las apariencias, Marifeli dice que “Cuba, por ejemplo, podría liberar a los restantes 55 prisioneros de conciencia de la Primavera Negra del año 2003”, nótese que ha colocado un “por ejemplo” disyuntivo, o sea, eso o liberar el café de la libreta de racionamiento, eso sí o eso no, liberar los 55 presos de conciencia o poner guaguas en el verano desde La Habana hasta la playa de Guanabo. Y más adelante coloca otra tibia disyuntiva de dudosa legitimidad al decir que si Obama no hace lo que la columnista le ha propuesto en todo el artículo, “no lograremos que Cuba celebre elecciones libres y respete las libertades civiles”, es decir, para Marifeli la conducta del régimen de La Habana es única y exclusivamente consecuencia de la política de EEUU hacia Cuba y para lograr elecciones libres, democracia y respeto dentro de Cuba sólo hay que exigirle a Washington, sólo debe cambiar Washington. Es tan fácil que, hasta después de leer esta opinión, no nos habíamos dado cuenta.
No se si compartiré otro almuerzo alguna vez con Marifeli Pérez-Estable, pero en aquel de hace unos meses, opiniones suyas como esta son las que me han hecho polemizar con sus opiniones. Espero que si almorzamos juntos alguna otra vez, ahora sepa qué ejemplo ponerle.
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