Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



miércoles, octubre 08, 2008

Divagaciones y diatribas

En su última reflexión, Fidel Castro enarbola la suerte cubana de que estamos exentos de la ola expansiva que ha traído la crisis financiera en EEUU. Castro asegura que “Cuba está a salvo” justamente por no depender del mercado con Norteamérica. Es como decir, que esta crisis no ha alcanzado a los cubanos porque, como metidos en una campana de cristal, inmunes a la realidad externa, estamos fuera del peligro exterior.
No sé si es cinismo o locura. Con casi medio siglo de crisis financieras perennes, ahora el cubano se enfrenta a la devastación total tras los dos ciclones que remataron la economía, la industria y la agricultura, ya devastada por el ciclón de los Castro.
Fidel, en su confort sublime, alimentado como un santo, aislado de una realidad nacional de la que ha estado aislado siempre, se permite las fantasías victoriosas sobre las ruinas de su creación. Sería penoso si no hubiera ocasionado tanta crueldad.
Yo creería que con esa verdad irrebatible delante, todo otro análisis es superficial.
Por ejemplo, detractores y defensores del embargo que EEUU tiene sobre Cuba, continúan blandiendo el argumento como si tuviera peso en la actualidad nacional.
El embargo, si debía quitarse, es por estéril, porque nada ha condicionado dentro de la Isla. ¿Es retorcido?, claro que lo es, sobre todo por ineficiente. Pero lo que nadie, ni unos ni otros, explican son las razones que ocasionaron declarar un embargo a Cuba.
Hay una deuda pendiente, una nacionalización voluntariosa sin que se cumplan las más mínimas responsabilidades éticas. Y eso es historia.
Por otra parte, quebrar el embargo ha sido fácil a lo largo de este medio siglo, es la prueba de su ineficiencia. Ahora mismo, EEUU es el tercer socio comercial de Cuba, pero hace más de 20 años, por Panamá entraban a Cuba los productos de fabricación estadounidense con absoluta libertad.
No sólo Panamá, México, por ejemplo, ha sido un constante puente comercial entre EEUU y La Habana. Ignorar las reglas que imponía el embargo se convirtió en un deporte global y Cuba tenía el comercio abierto y franco con Asia, Europa y el resto de las Américas.
Pero lo menos que Cuba ha querido en todo estos años, es justamente eso, quebrar el bloqueo. ¿Cómo matar la gallina de los huevos de oro, si el bloqueo (o el embargo) ha sido argumento constante para violentar todos los derechos y justificar la ineficiencia y el desinterés por abastecer al cubano de sus necesidades básicas de todo tipo, además del ardid perfecto para convocar la ayuda solidaria del resto del planeta?
El embargo no es posible levantarlo sin resolver la demanda que representa a una de las partes del conflicto, aunque nunca en la historia, el hambre ha liberado una nación.
Esta misma práctica habitual del gobierno cubano se ha manifestado explícitamente ahora.
Los argumentos de La Habana para rechazar la ayuda de EEUU por los desastres de los huracanes, rayan lo ridículo y sólo se sostienen en la irresponsabilidad.
Lo que EEUU pedía era hacer una valoración in situ del desastre antes de colocar los fondos para la ayuda, justamente lo que hicieron las demás naciones que enviaron ayuda a Cuba y lo que nomalmente, se hace en estos casos en todo el mundo. Nada extraordinario. El marketing cubano consistió en convertir un procedimiento natural en un show político, sin la menor condescendencia con una población que se deshacía en hambre y penurias. Ponerle a esa trampa el adjetivo de dignidad, es jugar la ruleta rusa o pecar de tontos.
Claro que EEUU tenía todo el derecho (y el deber) de condicionar la ayuda a Cuba por el ciclón. Por ejemplo, las planchas de zinc que llegaron en donaciones internacionales para reconstruir los techos de casas destruidas por los vientos, están siendo vendidas a los damnificados por las autoridades de la isla. La gente se queja de que en el Noticiero Nacional de TV se reseñan las llegadas de aviones con cargamentos de alimentos para los damnificados que ellos no reciben jamás.
No es esta la primera vez. Los cubanos sabemos que se ha repetido a través de los tiempos. Leches en polvo, aceites, enlatados y otros productos donados a Cuba por la Comunidad Europea, suelen ser vendidos en tiendas especiales que comercian en dólares y otras monedas fuertes. Cuba envió recientemente millonarias ayudas en alimentos a Jamaica y Haití para los damnificados de estos dos ciclones mientras la isla sigue devastadas.
Es más importante la manipulación política que el horror dantesco que se vive allá dentro.
Yo he llegado a la conclusión de que, a diferencia de Danton, el revolucionario lo que necesita es “mucha irresponsabilidad”, un fundamentalismo ciego a favor de su ideal sin sopesar los daños que cueste. Es el resultado final de todas las revoluciones.
Hace apenas unas horas, terminó el segundo debate entre los dos candidatos a la presidencia de los EEUU. Latinoamérica brilló totalmente por su ausencia. No está entre los temas primordiales de sus campañas, y eso responde al desinterés del votante estadounidense. Sin embargo, me asusta siempre escuchar la palabra “cambio” porque tiene un tufo revolucionario.
No creo que “cambio” sea un argumento con pruebas históricas suficientes como para creer en él como en un acto de fe. Primero, porque “cambio” implica renunciar a una serie de conquistas válidas y de tránsitos positivos y, además, porque como mismo prefiero “evolución” a “revolución”, me inclino por “continuidad” en vez de “cambio”, porque la continuidad es el perfeccionamiento de sistemas ya establecidos, la corrección de ellos hacia estatus superiores. En contraste, el cambio es un reinicio, un experimento que acaba de comenzar y que nunca sabremos a qué va a dar lugar.
Che Guevara, uno de los personajes más cuestionables de la historia latinoamericana moderna, y de quien se pueden sacar muchas mas citas negativas que positivas, replanteaba aquella vieja sentencia fascista diciendo que “oigo hablar de cultura y me llevo la mano a la pistola”. Yo he llegado a padecer de la misma predisposición irracional y cuando oigo hablar de “socialismo”, me llevo las manos a la cabeza, Es el susto.
Demasiadas malas experiencias para que ahora tratemos de disfrazar el mismo equívoco que nos ha costado tanto, con un apellido nuevo. Me niego a nuevas simulaciones para terminar atentando contra mi integridad moral y económica, contra mi libertad, ya sea Zapatero, Chávez o Fidel.

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