Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



viernes, octubre 26, 2007

Más allá de Saramago


“Para mí, lo que hay no son géneros, sino espacios literarios, que, como tales, admiten todo: el ensayo, la filosofía, la ciencia y la poesía”, dijo el escritor portugués José Saramago, autor de “La caverna”, en el Ciclo Lecciones y Maestros que se llevó a cabo en Santillana del Mar, España.
La frase de Saramago viene a redundar en algo que ya hemos visto aquí como tendencia de la literatura desde hace algunos años. Es la contaminación, el involucramiento de varios géneros clásicos en un todo orgánico que se convierte en “técnica” (por no definirlo como “anti-técnica”) necesaria para abarcar el todo literario con un lenguaje global, descifrable por el lector común ante las inclemencias de las mass-media y los cánones impuestos por la comunicación electrónica.
La “velocidad” es acaso el parámetro decisivo de los nuevos tiempos. La velocidad se traduce en urgencia de aprovechar el tiempo disponible. Por ejemplo, las mecedoras tradicionales están en desuso, cada vez las venden menos en las mueblerías y escasean más en los hogares. No hay tiempo para mecerse porque el reposo está programado. La mecedora infiere descanso prolongado, pasividad, inamovibilidad extrema. La mecedora era el podio de antaño, desde ella se dormían bebes bajo el ensimismamiento de las nanas, se le contaban cuentos a los niños, se dormitaba tras las cenas, se visitaban los novios en aquella costumbre de cuatro horas de visita los martes, jueves y domingos. La mecedora era el reloj de entonces, donde balancearse bajo la calma total.
Las 24 horas del reloj son ahora un asomo escaso del tiempo que necesitamos cada día. Y esa es la cuestión.
Hasta el oficio de leer tiene, entre sus detractores objetivos, el reclamo de tiempo que precisa para poderlo ejercer. Disparase a estas alturas los cinco tomos de Los Miserables de Víctor Hugo o el bloque de La Montaña Mágica, de Thomas Mann, es una proeza imposible. Por eso los clásicos de esa magnitud son cada vez menos alcanzables. No hay tiempo para tanto y la gente termina por ver la versión para el cine en 90 minutos de extracción. A la vez que conjuga la literatura con la asimilación de una velocidad superada: 24 cuadros por segundo.
En periodismo se habla de esta contaminación desde hace años. Ya Alex Grijelmo, que hizo el Manual de Estilo del periódico español El País, lo traía como una condición incuestionable, de los géneros periodísticos clásicos.
En Latinoamérica, ambos ejercicios están comúnmente ligados, periodismo y literatura ambos son parte de una misma formación. Si eso es así, entonces podría asimilarse como otra ruta de entrada de esta contaminación hacia los géneros literarios.
Tanto en estructura como en lenguaje, la literatura apuesta cada vez más a esta realidad que Saramago ha definido como “espacios literarios” y es efectivamente eso, grandes escenarios donde plantar el concepto bajo la forma y el estilo de los géneros clásicos, porque ellos en sí mismo, no bastan para la percepción actual, tan influenciada por la confluencia de lenguajes.
Pero me atrevo a agregarle aún más, “espacios de comunicación literaria”, diría yo, enmendándole la página con todo respeto a Saramago, y tratando de adicionarle al puro encierro de la literatura la necesidad de comunicar, que es al final el principio básico de toda literatura, atribuyéndole además, los recursos estilísticos y visuales, la estructura dinámica y la contaminación de los lenguajes a que está sometido el hombre actual, desde la web hasta la rotativa.

1 comentario:

Gonzalo Obes dijo...

Hola Luis:
Ya hay un enlace a su blog en nuestra web.
http://www.conexioncubana.net/index.php?st=weblinks&catid=133&sitd=3103
Un saludo.
Conexión Cubana