Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



martes, enero 26, 2010

Obama un año después, ¿sólo los teleprompters?

El presidente estadounidense Barack Obama y su secretario de Educación, Arne Duncan, visitaron el 19 de enero pasado el Graham Road Elementary School en Falls Church, Virginia. Allí se reunieron con los alumnos de sexto grado para conversar animadamente y, luego, se fueron a un aula en la que el presidente habló a los muchachos sobre la expansión del programa Top para mejorar las escuelas y bromeó sobre los periodistas, sentados escolarmente en las pequeñas sillas del aula.
La noticia sería irrelevante a no se por lo que constituyó el blanco de ironías en los medios de EEUU. Y es que Obama, incapaz de improvisar dos líneas con coherencia, hizo uso de dos teleprompters para ofrecer una diminuta declaración a los reporteros y dos párrafos infantiles a los alumnos.
A un año de su llegada a la Oficina Oval, Barack Obama tiene pocos éxitos que mostrar. Su programa de campaña se ha convertido en un camino tortuoso por el que transita a duras penas, dando dos pasos atrás y uno adelante.
Banderas como el cierre de la cárcel de Guantánamo ya se han ido alejando hasta que, finalmente, con la intentona de ataque terrorista a un avión en la Navidad pasada, amenaza con distenderse por un largo tiempo más.
La modificación al sistema de salud pública ahora es una caricatura de lo propuesto y, ni aún así, parece obtener un triunfo legislativo luego de las derrotas demócratas en New Jersey, Virginia y ahora Massachusetts.
La guerra de Irak ha sido sustituida por la de Afganistán, el mismo perro con distinto collar, dice el refranero popular. Y, aún así, es la razón la que obliga, porque el error no está en enviar tropas a Afganistán sino en haber prometido irresponsablemente, terminar con esa costumbre no bien se instalara a la Casa Blanca.
Por último, la crisis económica ha sido superada por el propio renacimiento cíclico de la economía estadounidense, un show que se repite periódicamente y siempre regresa a la misma cura. Sin embargo, ni los programas de creación de empleos, ni las riendas a los bancos, ni la prohibición de las prácticas de regalías desmedidas o la llamada de cordura a Wall Street han surtido el efecto que se esperaba.
Si algo ha definido el estilo Obama, sin dudas, es ese afán de exponerse a los medios, de protagonizar en el escenario, de brillar con los resortes del star-system. Y, por supuesto, su diestro manejo del teleprompter, que no le puede faltar ni frente a un grupito de escolares.

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