A propósito de una entrevista a Eduardo Galeano
Lo que más curiosidad me causa de Eduardo Galeano, es esa capacidad para el discurso poético propio de los talleres literarios municipales. Esa inmadurez del adolescente snobista en apariencia geriátrica. Un error de ubicación temporal que lo ha hecho repetir los mismos argumentos políticos, de manera que nunca sé si han sido producto de la ingenuidad o de la idiotez.
Es como un juego de actitudes, ni él lo dice en serio ni uno se lo puede leer en serio.
Lo peor del mundo es que un amigo, al que no ves hace 20 años, te lo encuentres de nuevo y te diga, "pero si estás igualito". ¿Es que no te ha pasado el tiempo, que no has cambiano, no maduraste, aprendiste de virtudes y fracasos, nos ha evolucionado, no repiensas lo que alguna vez estableciste, no pusiste en duda verdades viejas?
Ese estaticismo tiene su genio y figura en Eduardo Galeano quien, como mismo se mantiene con sus camisas azules de jean desde los años 60, repite el discurso anacrónico e inmovilista de los 60. Nada ha pasado por él y, por supuesto, él no pasa por nadie. Qué pena.
Es un tipo marcado por el cliché y las poses fotogénicas. Qué importa que se aventure a una opinión distinta, si siempre regresa a lo mismo.
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