Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



viernes, octubre 30, 2009

Venturas y desventuras de Moratinos en La Habana

La vieja sentencia de que “no hay peor cuña que la del mismo palo” parece confirmarse ahora con la misión emprendida por la diplomacia española respecto de Cuba.
Miguel Angel Moratinos, el canciller de La Moncloa, se ha convertido en la cara visible del apuntalamiento a la dictadura cubana. Lo peor es que, más allá de actuar de aliado de los Castro en consonancia con su gobierno, en plena decadencia política y económica, lo está haciendo como promotor del régimen cubano en Europa, manipulando, incluso, la posición común de la Unión Europea sobre el caso cubano, en busca de que los demás gobierno asuman la coartada española.
¿Por qué?, no encuentro una respuesta convincente que explique cuáles motivos hacen que el gobierno de Zapatero asuma tal complicidad con la dictadura más vieja del hemisferio.
España está en la cola de las economías europeas; es creciente el nivel de desempleo con estimados de terror para el 2010; la popularidad del PSOE baja vertiginosamente y Zapatero se ha convertido en blanco de desconfianza, burlas y ataques políticos. ¿Lo está haciendo bien?, claro que no, de una España ascendente ha pasado al regreso penoso acercándose a aquel “patio de Europa” que fue una vez.
Resulta que la incapacidad en el manejo político, el declive de la economía de una nación y el derrumbe aspiracional de la sociedad son los vasos comunicantes comunes a los países latinoamericanos que han optado por alianzas y posiciones retrogradas acercándose al izquierdismo de barricada.
¿Es el deterioro del gobierno actual de España quien lo coloca en la zaga cubana? Quizás, junto a la nostalgia frustrada de una generación, en la que en caja Moratinos (y no Zapatero) que aún edulcora la estampa de los titanes cubanos de antaño, hoy ancianos decadentes y tiranos déspotas y vergonzosos.
Cuando Moratinos comenzó con esos acercamientos indecorosos a la tiranía cubana, le pregunté por qué lo hacía. “España tiene un compromiso histórico con Hispanoamérica y creemos en la discreción de nuestras gestiones para contribuir así, a que el gobierno de Cuba comience a hacer movimientos positivos hacia la democracia”, me dijo antes de entrar a la sesión de la Cumbre de Cancilleres que se celebró en el 2006 en Santo Domingo, República Dominicana.
Luego escribí un artículo documentado sobre las visitas de Moratinos y su, en aquel entonces representante para Latinoamérica de la cancillería española, Trinidad Jiménez, a La Habana y sus retozos ofensivos con la dictadura cubana. Amigos de varios medios importantes en España se negaron a publicarlo porque, argumentaron, Moratinos desarrollaba una estrategia de simulado acercamiento para, apaciblemente, lograr cambios en el régimen de la Isla y la libertad de algunos presos. No logró, por supuesto, ni lo uno ni lo otro. En el periodismo comprometido y responsable, la conspiración y el silencio siempre traen malos resultados.
Ahora, Moratinos, con la venia de La Moncloa, ha dado el puntillazo mortal al irse a Cuba a ultimar el marketing y las gestiones de lobby europeo a favor de la dictadura cubana. Que no se reuniera ni recibiera a representantes de la oposición pacífica en Cuba no es nada nuevo, en realidad nunca los ha recibido, pero en esta ocasión Moratinos se ha reunido con las esposas de dos de los cinco espías cubanos encarcelados en EEUU, para trabajar en busca de su liberación.
Es el colmo de la irresponsabilidad de un canciller que pone en riesgo la decencia política de su gobierno. Por eso no logro encontrar una razón justificadora. Lograr la libertad de dos presos políticos cubanos no puede justificar el escándalo de un apoyo internacional español y sus manejos para debilitar la actitud unida de Europa hacia Cuba.
Los dos presos políticos liberado, sin dudas que felizmente, no han sido más que monedas de cambio del gobierno de La Habana para ofrecerle a la opinión pública un espejismo justificador al comportamiento de Moratinos, que le atribuya el respaldo noticioso para continuar con su verdadera labor, la de calar la conducta europea frente a Cuba.
Es un panorama que debemos mirar con atención. Mientras Zapatero envía soldados a Afganistán y sonríe con sus ojos gachos de humildad disminuida, en la Oficina Oval de la Casa Blanca, su Canciller juega a la puñalada traicionera asumiendo un rol que no debería interpretar España.

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