Fernando Ravsberg lleva mil años
viviendo en Cuba, más que en Uruguay, su país natal, y muchísimo más que en
Londres, donde está la BBC, agencia de prensa para la que trabaja y que lo
tiene anclado en la Isla.
Ravsberg es polémico,
inconsistente y ambidiestro en su visión y su pluma periodística, algo que lo
ha hecho ganador de discusiones, diatribas, adjetivos, burlas y polémicas.
Lo que más asombra de Ravsberg es
la facilidad con que juega el rol del tonto útil, algo que nunca he sabido si
es por comodidad, por torpeza o porque prefiere mantenerse en la placidez
laboral de Cuba.
Hoy, un gran amigo cubano que
vive en Dominicana, me ha pasado un artículo de Ravsberg sobre el cumplimiento
de los Objetivos del Milenio en Cuba. Creo que es un alarde de hipocresía y
simplicidad que da miedo.
Cómo es que un corresponsal de la
BBC, con la experiencia de vivir décadas en Cuba, asuma públicamente la
irresponsabilidad de ofrecer una visión extremadamente ligera e irreflexiva haciéndose
eco de una propaganda engañosa que ha regado la dictadura cubana por el mundo,
como un alarde supremo y efectivo de manipulación de la información.
Ravsberg sabe que las afirmaciones,
en un análisis de prensa, no se repiten sin un respaldo sustancial y
probatorio. Porque le ha hecho ser o un tonto o un cómplice. Y eso me ha
producido lo que llaman “vergüenza ajena”.
Si la ONU no palidece al nombrar
a Cuba como presidente de la Comisión de Derechos Humanos de las NU, entonces resulta
lógico escuchar a la ONU poner de ejemplo a Cuba en el cumplimiento de los
Objetivos del Milenio.
Y eso se tambalea en dos
direcciones. Una, porque la salud, la educación, etc. que argumenta Cuba para
justificar medio siglo de tiranía e improperios, plagas, enfermedades, bajo
nivel profesional, educación mediocre y condicionada por la ideología, el fraudes
escolares, deserciones, desinformación, altos índices de suicidio, exilio,
avitaminosis, hambre oculta, mortalidad encubierta, abortos y tantas cosas no
resisten un análisis medianamente serio y, en segundo lugar, porque ellos en
sí, lo logros que argumenta Ravsberg, son una mentira elemental gracias al
silencio por represión de un pueblo y, ni que decir, de la prensa.
¿Ravsberg no lo sabe? Claro que
lo sabe. Lo ha vivido y muchos lo hemos escuchado comentándolo en centro
roneros e intelectuales de la Habana. Lo que convierte al corresponsal de la
BBC en Cuba, en un cómplice mentiroso de la dictadura, no se si por conciencia
o por incapacidad profesional.
1 comentario:
Escribiendo la mentira autorizada el corresponsal mantiene su puesto de trabajo. La verdad la puede escribir una sola vez.
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