Este fue el argumento del Che Guevara para entretenerse
entre tiro de gracia y tiro de gracia. Y el resultado ha sido un lamentable
espécimen cuestionable en muchas partes del mundo y que no siempre logra
acceder a las reglas de sociedades occidental con cordura y ética mediana, a no
ser que pase el tiempo con sus traspiés y sus lamentaciones les despierten el
buen ser social que en otros tiempos fueron.
Sin embargo, una tricentenaria tradición de laboriosidad, destreza e inteligencia está arraigada en sus genes y,
afortunadamente, muchísimas de las veces logra florecer ante las nuevas
condiciones en que vive. De ahí su capacidad de sobrevivir a 54 años de
derrumbe nacional o levantar desde la playa una ciudad como Miami.
Lo que nada justifica es que las autoridades de Bahamas y
México acostumbren a tratar como
animales a los exiliado cubanos que llegan a sus costas.
Los videos que hemos vistos en estos días de los custodios
bahamenses golpeando brutalmente a los cubanos que llegaron a su país como
“balseros”, las huelgas de hambres que han protagonizado hombre y mujeres
presos en Bahamas, cosiéndose los labios salvajemente, cerrándose la boca con
candados a través de aberturas en sus labios, es algo horrible que conmueve.
Las denuncias llueven, salen al mundo probando el trato
inhumano que las autoridades de Bahamas dan a los “balseros” que, erróneamente,
en busca de la Florida, llegan a sus costas arrastrados por las olas.
Por otra parte, ya resulta una común enterarse del trato
brutal que le dan a los cubanos que llegan de igual manera a las costas
mexicanas, a la deriva y erradamente.
En un artículo reciente, la reforma migratoria que se
impulsa en EEUU tiene a los cubanos y borícuas (las dos
comunidades que menos lo necesitan) como los grupos minorista que más la apoya
en La Florida. El pago por una actitud solidaria son las desapariciones,
extorsiones y los muchos golpes y tratos abusivos que en México se les
da a los cubanos que huyen de la dictadura.
Es el resultado del experimento guevariano, un “hombre nuevo” al que no se le profesa el menor respeto en Bahamas y México, o en España y Ecuador, y vaga por el mundo esquivando el desprecio de muchos gobierno y pueblos, asediados por la orfandad nacional que les ofrece Cuba.
Es el resultado del experimento guevariano, un “hombre nuevo” al que no se le profesa el menor respeto en Bahamas y México, o en España y Ecuador, y vaga por el mundo esquivando el desprecio de muchos gobierno y pueblos, asediados por la orfandad nacional que les ofrece Cuba.
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