Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



jueves, octubre 11, 2012

Enrique Capriles ha perdido dos votaciones


En la columna de opinión “Chávez y la trampa que se avecina”, que Carlos Alberto Montaner publicó en días pasado, cuenta que Eric Ekvall, “un notable asesor político que hace años llegó a Venezuela en el equipo de Joe Napolitano, el mejor estratega de campañas que se recuerda” le explicó que el sistema computarizado para la votación que usa Venezuela, mantiene 2 millones de votantes fantasmas en memoria para ser movidos según los resultados que se quieran obtener. Ekvall le aseguró que eso explica que horas antes del cierre de las urnas, Chávez perdía 54 a 41 frente a Enrique Capriles Randosky, pero al cierre esas cifras se invirtieron. Según contó el asesor, mientras que en la última década la población venezolana ha crecido en 14%, los votantes han crecido en 54%.
Para tomar en cuenta estas confidencias de Ekvall, hay que colocar la percepción y experiencia de nuestro lado. Yo lo he hecho, incluso antes de leer semejante confesión en la columna de Montaner.
Hace algún tiempo, cuando se instalaba el sistema de votación electrónica en Venezuela, la prensa dijo que la base de datos había sido confeccionada y manejada por Cuba y que los informes pasaban por un servidor en La Habana antes de llegar a Caracas.
Sin embargo, nunca necesité de datos semejantes para sospechar con certeza, que eso era así y que era imposible que un hombre que violentaba todas las reglas democráticas, se jugaría su poder en una votación libre y limpia.
No sucedió, por supuesto.
Mi percepción es que Enrique Capriles interpretó un rol oportuno, aún haciéndolo inocentemente, ingenuamente, y que en realidad ha servido para legitimar la permanencia de Chávez en el poder. Lo peor es que hasta nos puedan asaltar dudas tras la derrota de Capriles dada su actitud pasiva y relajada en el discurso tras el cerrar de las urnas, y su civilizada y veloz aceptación de la derrota. Fue un borrón y cuenta nueva frio y desapasionado.
Para agravar su conducta, que ya ha sido cuestionada, ahora lanza otro enfurecido discurso optando a la gobernación de Miranda, una candidatua que ya lo convierte en un perdedor, aunque la gane.
No se si es problema de asesores errados o de la personalidad del joven Capriles, pero ahora le cabe a él la frase de Chávez cuando dijo que águila no caza mosquitos. ¿Cómo es que regresa a la campaña pero ahora disminuido a una categoría de gobernador de un estado secundario? Hay ahí un problema de dignidad y  autoestima, ¿o será que lo ha cegado la ambición de mantenerse en el poder, el que sea, aunque venga ahora como cola de ratón?
O lo que sería aún peor, ¿es que Capriles sigue interpretando un oportuno rol de cortina de humo, manipulado (aún “inocentemente, ingenuamente”) por Chávez, quién ahora tiene 6 años más de poder?
Y 12, y 18, y mucho más, porque presumo que este triunfo electoral es para el dictadorzuelo venezolano, lo que Playa Girón (Bahía de Cochinos) fue para Fidel Castro, la oportunidad propicia para declarar públicamente su dictadura y exterminar el país.

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