Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



lunes, julio 07, 2008

Por el fin de todos los ingratos

Me parece bien tener una percepción real de las manchas del sol, pero dimensionarlas hasta el rol protagónico creo que es una injuria producto de reminiscencias equívocas.
¿Alguien me puede explicar qué importancia tiene justamente ahora, descargar todos los chismes repetidos por la prensa de izquierda contra Alvaro Uribe? ¿Qué justifica esa actitud agresiva contra un tipo que tiene más del 90% de aprobación popular en su país? ¿Es que un analista puede tener más razones y sabiduría que 30 y pico de millones de colombianos?
Me parece una injusticia real.
Y para aliviar el bandazo de babor, dos párrafos duros contra el envejecido tiranuelo de La Habana, lo que siempre da esa elevada percepción de libertad e independencia.
Veámoslo por partes:
Más del 93% de aprobación a medio término de su segundo período.
Bogotá tiene un 17 sobre mil hechos violentos como promedio, superior a casi todas las ciudades latinoamericanas.
Las FARC están a la defensiva diezmadas, empobrecidas y desmoralizadas como nunca.
El crecimiento económico anual de Colombia está por en cima del 5% sostenido.
El peso colombiano ha subido su valor y está a los niveles del año 2000,
Los niveles de inversiones extranjeras tienen un crecimiento sostenido durante 3 años consecutivos.
Los paramilitares no existen, el FLN es una fantasía.
Realmente, el párrafo “El gran perdedor es el pueblo colombiano, un pueblo brioso, sensible, alegre, que se ha visto obligado a abrazar la causa de la “seguridad democrática” de Uribe y del Plan Colombia con la misma resignación como los alemanes apoyaron a Hitler antes de que la mantequilla desapareciera de las despensas” le brindará al autor muchas horas de arrepentimiento. No molesta, da pena un argumento repetido que nunca debió permitirse.
Me alegra leer este artículo porque sus costuras me han puesto en evidencia muchas intuiciones que todos tenemos. Y porque, como decía Vito Corleone en El Padrino: “No odies a tu enemigo porque no te dejará verlo en su justa medida”.
Lo de la cooperación en mayor o menor medida de fuerzas estadounidenses e israelitas debe ser una verdad total, y legítima. No merece comentarios. No es, por ejemplo, la ayuda de Chávez al presidente boliviano o sus maletines con financiamiento para Correa o la Kitchner. Ni tan siquiera la responsabilidad del Departamento América en Cuba, con todos los engendros guerrilleros latinoamericanos.
Creo, aunque tilden mi inteligencia de menor, que la historia del rescate de los rehenes es en esencia la contada. Los detalles quedan a la imaginación, a la mía y a la de todos. Por demás, legal y positiva. El suceso concretado es el que vimos y el que priorizó la prensa internacional porque era un acto de honestidad exaltar el éxito de la acción y no la logística estadounidense o israelí, la compra de conciencias, las negociaciones secretas con mandos de las FARC, el chantaje, la extorsión o todo lo que rodeó un trabajo que culminó con un triunfo total. ¿Para quién? Primero para los liberados; segundo para el país, que festeja la decadencia total de los terro-narco-guerrilleros, y finalmente para Alvaro Uribe, a quien los colombianos le han perdonado sus pecados capitales y, concientes de los aplausos que reclama en su vanidad reeleccionista, lo vuelven a aplaudir porque lo ha hecho bien. Realmente, lo ha hecho muy bien.

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