Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



jueves, diciembre 06, 2007

Adiós, Patato, en Cuba no se habla de tu muerte


Patato Valdés murió este miércoles en un hospital de Nueva York. En Cuba pocos los conocen y nada se habla de él. Es de los borrados de la historia nacional, los excluídos.
Era un dios musical, maestro de la percusión cubana, un timbalero de armas tomar y, opuesto a su pequeñez corporal, fue un gigante de las tumbas.
Me permito reproducir esta nota aparecida en el diario El Nuevo Herald este jueves 6 de diciembre.

Fallece el percusionista cubano ''Patato'' Valdés
Por Enrique Fernández
Uno de los más grandes percusionistas cubanos de todos los tiempos murió el miércoles por la noche en Nueva York, de complicaciones de enfisema. El diminuto Carlos ''Patato'' Valdés no sólo disfrutó de una gran carrera musical, sino que revolucionó el uso de su instrumento, las tumbadoras. Tenía 78 años y estaba hospitalizado por enfisema.
Sus raíces eran profundas en la música afrocubana y creció tocando el trés (una guitarra de doble cordaje) y cajas de madera que usó como instrumento de percusión en su juventud. También trabajó brevemente como bailarín y boxeador. Tocaba en las comparsas cuando las organizaciones musicales de los barrios desfilaban bailando durante los carnavales. El penetrante golpear de su tambor bien afinado podía escucharse a cuadras de distancia.
En la década de 1940, Patato (un sobrenombre cubano para personas diminutas) tocó con importantes músicos cubanos como Miguelito Valdés y formó parte de grupos famosos como La Sonora Matancera y el Conjunto Casino. En la siguiente década comenzó una gira en Estados Unidos, principalmente Nueva York, donde finalmente se ubicaría.
En EEUU, Patato se unió a líderes de la música afrocubana en Nueva York: Mongo Santamaría, Tito Puente, Machito. Y atrajo la atención de maestros del jazz que le pidieron que se uniera a sus grupos. Patato trabajaría para Herbie Mann, Art Taylor, Max Roach, Dizzy Gillespie, Quincy Jones.
En los años 60 emprendió una carrera como solista, grabando bajo su propio nombre. Enriqueció la escena de la salsa trabajando con el director de orquesta Johnny Pacheco, al tiempo que continuaba colaboraciones con Tito Puente y otras estrellas latinas. Se mudó a la Costa del Oeste, luego a París, pero finalmente regresó a Nueva York.
Como gran showman, Patato aprovechó su reducido peso para bailar encima de sus tumbadoras. Pero dejando a un lado sus payasadas, su contribución a la música afrocubana fue mejorar la ejecución de las tumbadoras, para lograr extraer de ellas no sólo golpes rítmicos a mano limpia, sino verdaderas melodías. Tocar las tumbadoras, un instrumento esencial de una orquesta latina, nunca volvió a ser igual después de Patato.
De acuerdo con el promotor de Nueva York, Jessie Ramírez, que arregló las giras para el percusionista y era un amigo íntimo de Patato, el martes por la noche una enfermera informó que Patato se quitó todos los aparatos que lo mantenían con vida, levantó sus brazos hacia lo alto, y al bajarlos murió, balbuceando algo que la enfermera entendió como ``¡Go!''.
Dice Ramírez que fue una invocación al dios yoruba Changó, prominente en la religión Lucumí, conocida como Santería. En el calendario católico, el martes era el día de Santa Bárbara, que en santería es equivalente al dios del trueno, Changó.

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