Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



jueves, marzo 07, 2013

La Momia: el último encore de clown venezolano


El pensador francés del siglo XIX, Alexis de Tocqueville, dejó escrito que “la historia es una galería de cuadros en la que hay pocos originales y muchas copias”. Fue quizás su disquisición sobre un tema del que Hegel había dicho que “todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces”, a lo que Carlos Marx agregó en su 18 de Brumario de Luis Bonaparte: “una vez como tragedia y otra vez, como farsa”.
Pero esto no es una tribuna filosófica, sino apenas una reflexión poco sería sobre una farsa de suprema actualidad, Hugo Chávez, al que no creí capaz de ser en la muerte tan caricaturesco como lo fue en la vida.
Su vida fue una farsa. Desde el golpe de Estado que quiso dar en 1992, que fracasó, hasta la urna de cristal con sus restos embalsamados, como Lenin, en medio de Caracas.
Nada en él fue original, no profesó un solo acto de imaginación, de creatividad política o social. De Chávez no quedará una sola acción legítima, ni el populismo socialista ni la represión a los opositores. Ni las prebendas ni los muertos. Nada. Porque a cada acto suyo durante sus 14 años de gobierno, le antecede un original de más valor y sorpresa en la historia universal de la politiquería barata.
La farsa de Chávez se convirtió en un Frankestein. Tomó pedazos de cadáveres históricos (Fidel, Stalin, Mao) y construyó un monstruo penoso y peligroso, torpe en sus acciones y de ridícula apariencia humana.
Da lástima, si no fuera por el daño que le hizo a buena parte de los venezolanos, mientras que, al resto, los utilizó con demagogias baratas hasta arruinar al país.
Pero con sus ínfulas de actor, aguardó al final para darnos la sorpresa mayor. Su último encore (presumo que no guarde en secreto otro aún peor) ha sido momificarse. ¿Lo inventó Maduro, su sucesor? No lo creo, este señor no es capaz de inventarse nada. No tiene una sola idea bajo la manga. Así que tras construir mausoleos para Bolívar, museos para la revolución bolivariana, réplicas de sables y toda esa parafernalia fetichista, el clown venezolano sorprendió a la ingenuidad global anunciando que, ya muerto, estará exhibido, como la Gioconda, en un ataúd de cristal. Para siempre, a donde podrán ir sus devotos a llorarlo, aplaudirlo y cantarle joropos.
Y así, para gloria y horror de generaciones de venezolanos y miles de turistas curiosos, Hugo Chávez reposará en Caracas como el Parque Nacional Waraira, el Teatro Teresa Carreño y el Palacio Miraflores.

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