A finales de los años 90 estaba hospedado en un conocido
hotel frente al malecón de Santo Domingo y una mañana, en la piscina, entablé
conversación con un viejo guardián del hotel que, al saber que yo era cubano,
me contó su participación en un desembarco en Cuba en 1959 para derrocar a
Fidel Castro, que nunca llegó a concretarse.
No había escuchado más hablar de esa historia hasta ahora,
que he leído The Yankee Comandante, un
reportaje que David Grann publicó en cinco entregas, en The New Yorker el pasado
mes de marzo de este año.
La historia es rica en informaciones de primera mano y ha
sido contada con la presteza directa del gran periodismo norteamericano. Fue ya
un gusto leerla.
Pero lo más importante han sido los detalles históricos que
Grann ha reunido para contar la vida de William Morgan, el descarriado
joven que nació en Ohio, en 1928, y murió fusilado en La Cabaña, bajo las
ordenes del Che Guevara, en La Habana de 1961.
En este reportaje he encontrado detalles de la invasión
preparada en República Dominicana y financiada por Rafael L. Trujillo, la mafia
estadounidense, parte del exilio cubano y Fulgencio Batista. Morgan fue contactado
en Miami por el cónsul dominicano, mantuvo reuniones con personajes macabros
como el Jefe de la policía secreta dominicana, Johnny Abbes, y mafiosos como Dominick
Bartone. Esteban Ventura Novo, jefe de la policía cubana durante la dictadura
de Batista, también estuvo implicado en el proyecto.
Morgan burló a la CIA
y el FBI para navegar hacia a Cuba en un yate lleno de armas y esperar el
desembarco en Trinidad, a los pies de la Cordillera del Escambray, en el cetro-sur
de Cuba.
EL día que comenzó la lluvia de paracaidista llegados desde Dominicana, Morgan, Jesús Carrera,
Gutiérrez Menoyo y otros excombatientes revolucionarios de Segundo Frente del
Escambray, capturaron a los paracaidistas porque Morgan había participado en complicidad
con Fidel Castro, como doble agente en toda esta historia.
El reportaje está lleno
de detalles impresionantes que tallan la vida de Morgan, una vida de
tribulaciones tales que en una carta que el periodista estadounidense Herbet
Matthews le envía al escritor Ernest Hemingway, la describe como llena de
sucesos “más extraños que la ficción, pero reales”.
Sin embargo, tras
esta muestra de lealtad y valor, Morgan se distanció de la revolución cubana por
su auténtico anticomunismo y sus diferencias sobre todo con el Che Guevara,
quien, cuenta Grann, mandó a asesinarlo a inicios del año 1959.
William Morgan, el comandante yankee, terminó preso en
la famosa Fortaleza de La Cabaña y fusilado. El tiempo ha demostrado que no fue
agente norteamericano ni fue reclutado por el FBI o la CIA. Con un pasado
turbio, terminó haciendo honor a su lealtad, sus principios y su fe en la libertad
y la democracia.
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