Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



miércoles, octubre 28, 2009

ONU, la jornada perdida

Cada día me convenzo más de la inutilidad de los cónclaves mundiales. Todos lo sabemos, pero continuamos en la rima de las apariencias porque los paseos al extranjero siempre son buenos y siempre está ese culto humano a la vanidad.
El mundo se cae a pedazos, pero los representantes de las naciones del mundo discutieron por toda una jornada sobre el embargo estadounidense a Cuba. Semejante tontería no puede observarse sin alarma por cualquier mente racional. Finalmente, menos dos votos en contra y dos abstenciones, el resto de los 192 miembros levantaron su mano para que el embargo cesara. Aunque, otra vez, eso a nadie le va a importar.
La pregunta es qué representa de verdad dedicarle tanto tiempo a un tema estéril, inútil y manipulado cuando son más de 20 los años en que esa Asamblea General de la ONU ha votado lo mismo.
La realidad es que, durante todo este tiempo, las cosas siguen igual. El embargo continúa y La Habana sigue blandiéndolo mientras silencia el resto de sus horrores cotidianos contra la población nacional, el verdadero bloqueo que hace más de un siglo le ha impuesto a todos los cubanos.
Hace apenas unos días, se convocó a una rueda de prensa en La Habana en la que el gobierno fijó su posición sobre la autorización que Washington ha dado para que se tienda un cable submarino de comunicaciones desde Cayo Hueso a Cojímar, a fin de abastecer a la Isla de un buen servicio de telefonía e Internet (y cobrarlo, claro). Cuba dijo que no, que las informaciones pasarían por EEUU y que para La Habana, “es más importante la seguridad y la soberanía que los aspectos económicos”. ¿Hay alguien en este mundo que, conociendo el comportamiento tradicional del gobierno de los Castro, se sorprenda con esta excusa? Claro que no. Y ese es el verdadero bloqueo.
En vez de estar reclamando cambios en la decisión soberana de la política exterior de Washington que decidió, por motivos de los que nunca habla La Habana, instaurar un embargo económico, Cuba debería revisar sus políticas internas de represión, totalismo e intolerancia contra todos sus ciudadanos, lo que los define como una dictadura atroz.
El problema de un gobierno debería ser sus ciudadanos y el cable se convertiría en una posibilidad altamente positiva para los cubanos, pero traería adicionado espacios de libertad, de información abierta y de contactos con el resto del mundo, cosas que prohíbe el gobierno de La Habana desde hace más de medios siglo. Y eso sí que es un bloqueo.
Las Naciones Unidas agrupa hoy a 192 naciones; 191 de ellas pueden comerciar con Cuba sin limitaciones ni prohibiciones alguna. Con la sola excepción de EEUU, todas ellas, que alzaron su voz y su mano en la Asamblea General de hoy, pueden venderle a La Habana, intercambiar mercancías, emprender proyectos juntos. Lo que sucede es que La Habana no paga, no cumple, mantiene una alta inseguridad judicial para los inversionistas y posee una de las mayores deudas externas del hemisferio.
Dejémonos de cuentos, el embargo no es el causante del aislamiento de Cuba, ni del fracaso del sistema y ni del desastre económico y productivo creciente, ni de la corrupción social que impera, ni del hambre, la insalubridad y la miseria, sino la política interna de la Isla, la terquedad dictatorial de su dirección geriátrica y absolutista que ha mantenido medio siglo de creciente afán de poder colocando su bota militar y armada contra la voluntad, la voz y la libertad de 11 millones de cubanos.

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