Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



lunes, junio 09, 2008

The dream ticket


La aparición en escena de Hilary Clinton y Barack Obama ha revuelto al panal estadounidense. En ese delirium tremen inherente a la raza humana, las apariencias no siempre engañan y continuamos apostando por lo inaudito como una forma de interrumpir la rutina a que nos hemos acostumbrado y la comodidad que implica, en vez de aceptar la posibilidad como lo lógico y consecuente en el desarrollo de las civilizaciones.
O sea, que en los seguidores de Clinton y Obama hay una enorme dosis de todo lo contrario a lo que ellos mismos proclaman: desprejuicios.
Sólo les creería si viera en ellos un tránsito normal hacia la elevación lógica del desarrollo y no la autocomplacencia de proclamar la libertad de sus pensamientos y sus conductas rebeldes.
Sin embargo, más allá de los fanáticos de una y otra parte, hay una realidad y es que la posibilidad de que una mujer y un negro compitan por la candidatura de la presidencia de los EEUU, es una sublevación frente a lo establecido y una demostración de cómo esa nación es capaz de ajustar las virtudes que no tienen. Y esa readaptación a la verdad universal me da las señales de que la debilidad del dólar o la crisis del petróleo no son en verdad, graves calados en la estabilidad futura y el crecimiento de ese país. Estaría por verse.
Es la filosofía de la práxis, algo así como la negación de la negación.
Todo esta suerte de preámbulo, en el que he hablado más de lo que esperaba, no debió haber sido más que un argumento corto y simple para proponer una fórmula republicana que me comentó un amigo desde Bueno Aires: McCain & Condoleezza Rice. Todas las expectativas estarán cumplidas.

miércoles, junio 04, 2008

Las palabras del elegido. Obama candidato

Cada vez que escucho palabras como “cambio” me pongo en alerta. El candidato republicado a la presidencia de los EEUU dijo en el discurso del pasado martes 3 de junio, que el asunto no es el cambio, sino qué es lo que se cambia y hacia dónde va ese cambio.
Las palabras no son conceptos absolutos, el idioma es más complejo que eso. Por eso nunca he creído en la palabra revolución y lo que implica. El mundo ha existido desde la prehistoria no por las revoluciones sino por las evoluciones.
Barack Obama es ya candidato demócrata a la presidencia de los EEUU. Su discurso se basa en la palabra “cambio” pero la retórica con que explica ese cambio y que pone eufóricos a sus seguidores, se sostiene en algo que los latinoamericanos hemos vivido por décadas y que para el votante estadounidense suena justamente a “revolución”, los dos vocablos que, ya lo dije al inicio, me ponen en alerta.
Mi experiencia es de 56 años. El discurso populista es una atalaya en la política latinoamericana. Obama acodó su campaña en el resentimiento, el odio, la envidia y la polarización demagógica de ricos versus pobres.
Disculpen mi escepticismo, pero no le creo una sola palabra. Son demasiados años escuchando cosas así. Promesas de campaña insostenibles, fantasías del populismo oportuno. Ni un sistema de salud se resuelve chasqueando los dedos, ni la creación de puestos de trabajos es un asunto de decretos, ni la guerra de Irak se puede con acabar responsablemente mañana.
Obama no habló de la concertación ni ha explicado cómo hará todo lo que promete. Quienes vociferan apoyándolo no han tomado en cuenta que sin el consentimiento de las fuerzas económicas de una nación basada en el poder adquisitivo y los capitales, nada es posible construir en beneficio de todos. El asunto no es polarizar las diferencias para sacarle aplausos emocionados a los perdedores, sino encontrar el centro común en que convergen los intereses, y es lo que no ha hecho Obama.
En su discurso minutos después de ganar la candidatura, Obama se mostró más populista que nunca antes. Era el momento, le habrán dictado sus estrategas, de hundir el puñal en la esperanza de la gente. Y lo hizo. Incluso lo escenificó erguido en la tribuna, con la mirada perdida en un punto alto y lejano, ignorando los aplausos, los coros y los carteles., por encima de esa vociferación. Una caricatura del peor cine, pero que funciona.
"Pueblo, éste es nuestro momento, esta es nuestra hora. Nuestra hora para doblar la página en la política del pasado'', fueron las palabras de esa noche y me pregunto, ¿el momento de quiénes, cuáles políticas de qué pasado?, la connotación excluyente de su anuncio hace temblar a cualquiera y es un peligro para esa nación porque comunica la negación de lo que precisan estos tiempos, inclusión, integración, unidad, derechos.
Frente a sus seguidores felices, en el Centro de Energía Xcel, Obama sentenció, "Esta noche marca el final de un camino histórico y el comienzo de otro, un recorrido que traerá un día nuevo y mejor para Estados Unidos''; él es el elegido capaz de transformar “un camino histórico” que ha hecho por casi dos siglos a esa nación el primer poder económico del mundo y un ejemplo de referencia universal. Barack Obama va a transformarlo, no evolucionarlo, perfeccionarlo, continuarlo hacia estratos superiores por el bien de todos, no, Barack Obama va a transformar eso en lo que él cree, en el alarde divino de sus dotes y decidirá quienes son los dignos de recibir ese bien, solo unos, no todos, porque republicanos, ricos, emigrantes, soldados, empresarios y vagabundos son también estadounidenses y él ha de ser su presidente.
Muchas veces he escuchado esa arenga, he visto a muchos elegidos, transformadores y superdotados latinoamericanos que se convirtieron en tiranos o en fraudes. Demasiada experiencia para confiar en una retórica así, nueva para los estadounidenses, pero desteñida y peligrosa para los latinoamericanos.

martes, junio 03, 2008

Yoani & Montaner, el principio del fin


El pasado primero de junio, Carlos Alberto Montaner publicó una columna en El Nuevo Herald bajo el título “Director de Granma quiere más sangre”, en la que comentaba la petición del connotado agente de la inteligencia cubana Lázaro Barredo, quien cumple la misión militar de dirigir el periódico Granma, de que Montaner fuera extraditado a Cuba para procesarlo por una leyenda de hace medio siglo, cuando se fugó de la cárcel con 17 años de edad.
La anécdota no importa ahora, son cosas de mi país, chistes revolucionarios como secar la Ciénaga de Zapata para sembrar arroz, hacer una zafra de 10 millones, o bautizar como héroes antiterroristas a los 5 espías presos en Miami.
Lo importante es que Montaner menciona en su columna que la seguridad cubana ha querido relacionarlo con Yoani Sánchez, la “muchacha que en La Habana, muy valientemente, escribe el blog Generación Y”.
Todos sabemos, a lo largo de casi medio siglo, que Carlos Alberto Montaner es sinónimo de beligerancia en el discurso oficial cubano. Su nombre ha estado ligado a los peores epítetos y su amistad o cercanía es prueba irrefutable de complicidad condenable en los medios y la propaganda revolucionaria, una persecución que los hace financiar campañas, amenazas y acciones contra Montaner en cualquier lugar a donde vaya, a través de las sedes diplomáticas de la isla y de los lacayos que rentan en otros países.
La referencia la apunto con vanidad y no con gloria. Porque ya había dicho en un artículo anterior que, después de que las autoridades cubanas le negaran el permiso a Yoani para viajar a España a recibir el premio que el periódico El País le otorgó por su blog, veríamos las señales evidentes de lo “permisivo” que fueron en Cuba donde los servidores de Internet son vigilados y controlados oficialmente, y de que Generación Y y la integridad física de Yoani, formaron parte de la estrategia para promover la percepción internacional de un clima transformador en el “nuevo” gobierno cubano.
Vincular a Yoani con Montaner es el primer escalón de lo que vendrá y esa generación, que ya está casi al fin al del abecedario, puede terminar en la Z.