Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



viernes, septiembre 25, 2009

Chapulín Colorado, el sucesor.

Aunque sin la gracia del mexicano, América Latina tiene un nuevo comediante de alcance continental. Hugo Chávez va convirtiéndose, para peligro de nuestros hijos, en el Chapulín Colorado de estos tiempos.
Su odio se debe a la frustración de no alcanzar el éxito actoral. Ya se sabe desde Freud, de esos retorcijones de la psicología. Quiso ser actor y se ha convertido en tirano.
El espectáculo que protagonizó en la última asamblea general de la ONU, si no sirvió para relajar las tensiones en la sala con la actuación del clown, fue por la falta de talento del comediante y, además, por la ausencia de público, pues apenas lo escucharon unos pocos que se sometieron a la prueba infeliz de soportar el espectáculo.
Ruega:
Apunta:












Amenaza:
¿Piensa?:












Y termina el show tirando besos:

martes, septiembre 22, 2009

Honduras: se cerró el dominó

Zelaya entró a Tegucigalpa tras un periplo propio de las aventuras de Robin Hood. Y parece así porque se silencian los verdaderos apoyos logísticos, humanos y financieros. La realidad es que Zelaya está en la embajada de Brasil, en la capital hondureña, un rol diplomático de dudosa ética que encaja mal con la actitud vertical del presidente Lula da Silva.
Creo que Zelaya ha decido caer allí en el justo momento en que se reúnen en Nueva York los representantes de las naciones del mundo. El show no podía ser más oportuno.
Sin embargo, creo que la razón más importante que motiva esta aventura, es el riesgo de que el golpe de estado quede inmune a las represalias mundiales que ha convocado hasta ahora (inútiles e ineficientes por demás) porque hay una tendencia internacional a poner en manos de las próximas elecciones de noviembre, la solución de la crisis.
EEUU, Europa y algunos líderes latinoamericanos, Panamá el más explícito, comienzan a dejar ver que podrían reconocer un gobierno legítimo en Honduras tras las elecciones de noviembre, si se garantiza su limpieza y transparencia total. Entonces Zelaya se quedaría en la nada.
Su presencia en el país, presumo que va a tener un resultado fatal: violencia y represiones, radicalizando la torpeza del gobierno de facto ante los ojos del mundo y frustrando la posibilidad de las elecciones que dejarían al cowboy hondureño, “fuera del juego”.
Después de que la cordura brasileña se ha aventurado a la locura de acogerlo en su sede, no es raro pronosticar ayudas financieras, armas y asesoramientos externos para formar allí la debacle.
Se ha complicado el dominó, para mal, claro está, y la solución a la crisis se pone cada vez, más lejos.

viernes, septiembre 18, 2009

Triunfó la Inquisición

Esta mañana del 18 de septiembre, una niña síndrome de Down está hospitalizada en la Maternidad Nuestra Señora de la Altagracia, en la ciudad de Santo Domingo, embarazada de su hermano, menor que ella.
Pero no hay nada qué hacer. El Congreso dominicano ha votado ayer a favor de una ley que, aunque no es tema que le incumba a los poderes legislativos en el resto del mundo, prohíbe las interrupciones de embarazos hasta por urgencias terapéuticas, eligiendo legalmente la muerte de la madre que la del feto.
“El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte. No podrá establecerse, pronunciarse, en ningún caso la pena de muerte”, dice textualmente el artículo. No importan las razones en un país inundado de incestos y violaciones.
La nueva legislación ahora sólo existe en dos naciones del hemisferio occidental, El Salvador y República Dominicana, un dudoso “honor” medieval que reitera el atraso cultural y la imposición de la peor doctrina católica, aquella que reitera los crímenes del Inquisición y las masacres en nombre de Dios.
La fiesta de los retrógrados es evidente al amanecer de este viernes en Santo Domingo. Los legisladores prefirieron la irresponsable votación a cambio de mantener los favores en las próximas elecciones; matutinos como el Listín Diario subrayaron en titular rojo y enorme de portada “Triunfó la vida”, cuando en realidad es la muerte la que alcanzó la victoria; mientras el cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez, una de las más obtusas personalidades de la iglesia católica hispanoamericana, brindará con vino bautismal en una de sus copas de oro por el triunfo del conservadurismo peor.

viernes, septiembre 11, 2009

Septiembre 20, Plaza de la Revolución.

Faltan apenas pocos días y Juanes y correligionarios estarán cantando en la Plaza de la Revolución. Un concierto por la paz que bien merece conciertos y guerras.
El dócil cancionero colombiano no había sido mi ídolo hasta ahora, sin embargo, se ha convertido en el amigo de mis enemigos, y esa sentencia tiene sus conclusiones establecidas.
No he vivido en medio siglo de historia, tal conducta complaciente con las dictaduras. A Pinochet, militares argentinos y compañía, los combatieron con furias y odios desde todas las izquierdas y algunas derechas del mundo. Yo fui partícipe y testigo. Y de Brechniev y de Mao y de Cauccescu.
Cuando Julio Iglesias y Roberto Carlos cantaron en el Chile de Pinochet, le hicieron la guerra y dejamos por años de escuchar su música en Cuba.
Cuando Pablo Neruda fue al Pen Club, sus poemas se volvieron subversivos en mi país.
Bastó que Frank Sinatra almorzara con Nixon para que no oyéramos nunca más La Voz en la radio cubana, o que José Feliciano cantara en la Casa Blanca, o que Celia Cruz abandonara el país para que la dieran por muerta de todas las citas, fonotecas y memorias de la música cubana.
Fue suficiente el derechismo iluminado de Borges para que sus libros nunca se publicaran en la isla.
No entiendo el asombro de ahora y, con poca vocación para ejercer de Cristo, dudo que tenga la voluntad de poner otra vez la otra mejilla.
Juanes no me importa, casi ni existe. Ni Bosé, ni el apagado puertorriqueño de viejas melodías dulzonas. Pero me duele el olvido y la traición, no de ellos, sino de quienes hemos soportado 50 años de vejámenes.
Lo de menos es el concierto. Que canten, bailen y aplaudan. Dos semanas después nadie se acordará de eso. Ni es grave, ni simbólico, ni apenas artísticamente de valor. Será un show para rabiar en los dos bandos de la razón. Y olvidarse por dos o tres horas del hambre.
Pero frustra la carta de los presos políticos cubanos apoyando el concierto, que Oscar Espinosa Chepe ha promovido y su esposa, Miriam Leiva, devenida periodista y otrora Dama de Blanco, distribuyó a la prensa española y de ahí al mundo.
Blanca González, quien desde Miami sufre el presidio de conciencia de su hijo Normando Hernández, por 25 años en las cárceles de Camagüey, ha proclamado que su hijo se negó a firmar la carta de Chepe: "No habrá acercamiento ni reconciliación posibles para el pueblo cubano mientras ese gobierno esté en el poder. Mi hijo no aprueba esa carta, porque el pueblo cubano está de luto y no hay nada que celebrar".
Hoy están aún juzgando a criminales de las dictaduras argentina y chilena; hoy persiguen aún a nonagenarios verdugos del holocausto. Hoy se procesan ejecutantes del terror durante más de 60 años de imperio comunista.
Yo prefiero refugiarme en la dignidad del dolor que en la claudicación de los olvidadizos.

miércoles, septiembre 09, 2009

M.H. Lagarde, la humillación que humilla.

Por los años 80, el periodismo cubano se engalanó de crónicas escritas con ingenio y altura. La curiosidad, el aliento literario y la destreza para armar con la realidad una historia novelada, convirtieron aquellas páginas de Juventud Rebelde o las sabatinas Presencia 4 y 5 de Granma, en lecturas obligadas para quienes disfrutaban del placer de un ejercicio diferenciado del matiz propagandístico de todo el periodismo en Cuba.
Nunca pensé que Manuel Henrique Lagarde terminaría como gacetillero de chismes de trastiendas.
Podría entender sus antagonismos y sus dependencias ideológicas, el oportunismo necesario y la sumisión por un pacto de sangre, pero la práctica desmedida del chisme de alcobas, los argumentos de barricada con un tono poco creíble y las disertaciones sacadas de la manga sin el más mínimo respeto a su propia dignidad, son pruebas irrefutables de que aquel promisorio cronista de ingenio terminó convertido en un denigrante comentarista policial.
El irreverente y barato post en su alevoso blog “Cambio en Cuba”, ilustrado con “sus propias” fotos, en el que especula sobre la visita de la bloguera Yoany Sánchez a la embajada de Polonia en La Habana, son muestras de una personalidad derrotada, temerosa y capaz del último horror posible porque la vergüenza es un atributo que ya ha sido vendido barato.
Cuando la inteligencia, la reflexión y el pensamiento visten la ideología de un opositor, el diálogo, la polémica y la tolerancia son las cartas del triunfo. Cuando ese oponente ha sido contratado como mercenario del asco humano y la bajeza, entonces humillar, humilla.
M.H. Lagarde da lástima.

viernes, septiembre 04, 2009

El peligro viene de Washington

Un promedio de los resultados de las encuestas hechas recientemente sobre la aprobación de la gestión de Barack Obama, a septiembre de 2009, ha arrojado una simpatía del 25%.
Puede que la cifra sea alarmante, lo que debilita su credibilidad. Pero en abril pasado, cuando las encuestas de aprobación daban hasta un 67%, se produjo un descenso brusco al 52% de aprobación, que esas mismas encuestas revelaron a finales de julio.
Este descenso evidente y veloz ha estado avalado por movimientos torpes en la política doméstica y externa de la Casa Blanca.
En primer lugar, el adormecimiento de la recuperación económica, además de los fracasos y modificaciones al programa de seguridad médica para los ciudadanos. Con un endeudamiento cabalgante, EEUU no ha logrado señales convincentes de recuperación económica y, mucho menos, de su regreso a la consolidación financiera frente a los mercados globales.
En materia de seguridad médica y sistema universal de salud, un día tras su discurso de presentacion, Obama ya estaba atenuándola, abandonando la propuesta de un seguro médico operado por el gobierno y declinando frente a las sugerencias legislativas sobre la obligatoriedad a que todos los estadounidenses obtengan un seguro médico y todas las empresas ofrezcan ese beneficio.
Las dos banderas de campaña que ha instaurado el gobierno de Obama (retiro de Irak y clausura de Guantánamo) han parecido más arenga de tribuna que realidades concretas, sobre todo por una verdad que ya sus contrincantes, durante la campaña presidencial, habían alertados. Las decisiones difíciles no se toman de repente ni se logran de la noche a la mañana. Eso olía a irresponsabilidad y parece que sí lo era.
El ablandamiento unilateral de las presiones sobre Cuba ha ido causando pavor. Hay un matiz de falta de dignidad nacional en esa actitud que gran parte de los norteamericanos no le perdonan. Lo mismo ha sucedido con los extremos asumidos por Washington respecto de la crisis política de Honduras, sanciones subidas de tono y compadreos dudosos con el derrocado Manuel Zelaya, quien no es, precisamente, la personificación de la democracia.
Por otra parte, Afganistán sigue siendo una piedra en el zapato, ahora peor. Y las fotos reciente de los contratistas y soldados en juergas en la embajada de Kabul, ha acabado por repetir los escándalos vividos durante el gobierno de George Bush, pero sin la complicidad de la prensa que atacaba despiadadamente a Bush y ahora se hacen los de la vista gorda tratando de pasar por alto la responsabilidad del gobierno en estos hechos.
Obama ha cometido otras torpezas, como el discurso radical que dictó en El Cairo, en el que atacó a sus aliados israelitas con dudosa lealtad, o el comportamiento inexperto en escenarios internacionales, como las sonrisas frente al mandatario venezolano en la pasada Cumbre de Las Américas.
Su comentario sobre la detención del profesor negro Henry Louis Gates, por un policía blanco, demostró que complejos y resentimientos no están lejos de la personalidad de Barack Obama, a pesar de las cervezas de la paz.
Barack Obama pierde popularidad a un ritmo acelerado, tanto, que pongo en dudas un segundo período presidencial. El ala conservadora de su partido no le sonríe, pero tampoco le preocupa al mandatario por ahora porque los demócratas no tienen otra opción posible. Mucho menos lo aprueban los republicanos y sólo se va quedando con la gran masa independiente, en dónde aún sobreviven sus mayores aliados y simpatizantes.
La enorme población de latinos residentes en EEUU ha visto con desaliento, que Obama continúa las políticas de su antecesor en materia de inmigración, fortaleciendo los postulados de Bush y las patrullas fronterizas.
El joven presidente de "el cambio" aún se apoya en algo que ha sabido manejar: el marketing. Fue y es su carta de triunfo porque el poder de la publicidad es un valor probado. Ya lo sabe la Coca Cola.
Pero Obama ha abusado de su presencia en los medios, de hablar a la ligera y de hacer promesas inconsistentes. Y eso puede convertirse en su más peligroso boomerang, porque el marketing no es el liderazgo.
Demasiados vaivenes en sus decisiones. Funcionarios nombrados erróneamente, re-acomodamientos de sus presupuestos legales, variaciones en sus promesas de campaña, edulcoramiento de sus propuestas de leyes para complacencia de los rivales. Todo denota una falta de carácter que los estadounidenses no ven con simpatía y, mucho menos, los sagaces halcones de los poderes legislativos de EEUU que detectarán en eso la fractura necesaria para dinamitar su mandato.
Apenas ayer, un periodista de ABC acusaba a republicanos y buena parte de los demócratas, de desplegar una feroz campaña de empañamiento de la imagen y actuaciones de Barack Obama. Pero es que esas son las reglas del juego y lo han sido siempre. No hay mejor ejemplo que las despiadadas campañas que políticos, prensa, personalidades e instituciones desarrollaron contra George Bush durante sus 8 años de gobierno.
La ondulante capacidad de Barack Obama frente al gobierno de EEUU da argumentos a sus enemigos y refleja esa misma tendencia dubitativa en las demás esferas del país.
Ya no es que los chinos, rusos o latinoamericano estén proponiendo una moneda global alternativa al dólar; ni que en el tanteo los coreanos, iraníes, venezolanos y sus derivados tomen la iniciativa y pujen a su favor; ya no es que Cuba exija y Washington complazca, o que EEUU pierda día a día su influencia en Latinoamérica. El problema es que en menos de un año, Barack Obama ha ido sacando a la nación del protagonismo en los roles mundiales, ocasionando una riesgoso desequilibrio para la tranquilidad universal y la inseguridad para su mismo pueblo, víctima de la debilidad, la lentitud y las tibiezas de su gobierno.
A espaldas de EEUU hoy se juegan las cartas, se consolidan acuerdos, se manipula la opinión, se fortalecen los enemigos, se planea el regreso del terror. En tanto, Barack Obama se hace fotografiar, memoriza los textos del telepronter, se distancia de los conflictos más candentes y toma decisiones que mañana puede cambiar.