Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



miércoles, septiembre 09, 2009

M.H. Lagarde, la humillación que humilla.

Por los años 80, el periodismo cubano se engalanó de crónicas escritas con ingenio y altura. La curiosidad, el aliento literario y la destreza para armar con la realidad una historia novelada, convirtieron aquellas páginas de Juventud Rebelde o las sabatinas Presencia 4 y 5 de Granma, en lecturas obligadas para quienes disfrutaban del placer de un ejercicio diferenciado del matiz propagandístico de todo el periodismo en Cuba.
Nunca pensé que Manuel Henrique Lagarde terminaría como gacetillero de chismes de trastiendas.
Podría entender sus antagonismos y sus dependencias ideológicas, el oportunismo necesario y la sumisión por un pacto de sangre, pero la práctica desmedida del chisme de alcobas, los argumentos de barricada con un tono poco creíble y las disertaciones sacadas de la manga sin el más mínimo respeto a su propia dignidad, son pruebas irrefutables de que aquel promisorio cronista de ingenio terminó convertido en un denigrante comentarista policial.
El irreverente y barato post en su alevoso blog “Cambio en Cuba”, ilustrado con “sus propias” fotos, en el que especula sobre la visita de la bloguera Yoany Sánchez a la embajada de Polonia en La Habana, son muestras de una personalidad derrotada, temerosa y capaz del último horror posible porque la vergüenza es un atributo que ya ha sido vendido barato.
Cuando la inteligencia, la reflexión y el pensamiento visten la ideología de un opositor, el diálogo, la polémica y la tolerancia son las cartas del triunfo. Cuando ese oponente ha sido contratado como mercenario del asco humano y la bajeza, entonces humillar, humilla.
M.H. Lagarde da lástima.

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