Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



martes, abril 14, 2009

La levedad de la conciencia

Anoche compartí un programa televisivo con Eloy Gutiérrez Menoyo. Él en La Habana, yo en Santo Domingo, esa magia de la tecnología que nos reúne en el espacio y que me proporcionó semejante honor.
Nunca he sido propenso a los postulados “menoyistas”, sin embargo, debo decir que coincidí con el viejo luchador en reconocer que el levantamiento de la prohibición a los viajes a Cuba y el envío de remesas para los cubano-americanos, que acaba de proclamar el presidente Barak Obama, constituye una píldora de alivio a las penurias cotidianas del cubano común. Y eso es una aceptación humana.
La medida podría calificarse así. Más de 1 millón y medio de cubanos residente en EEUU podrá viajar a su isla natal cuantas veces quieran, sólo que deben contar con la segunda parte de esta dramática historia, el permiso de entrada al país que las autoridades criollas se dan el lujo de conceder o prohibir, violando el derecho nacional de regresar a tu patria. Ahora la autorización de los viajes a Cuba está en manos contrarias.
No creo que este desmonte de medidas tenga un impacto en la determinación de los cubanos para cambiar la dictadura. En ese sentido no existen. No habrá reacción desde La Habana, no habrá ablandamiento de leyes restrictivas del gobierno de la Isla, no habrá un paso tímido al acercamiento. Nada. Acaso una maniobra torpe de distanciamiento, un par de slogan desde la tribuna y unas acusaciones sacadas de la manga para que ese acercamiento se consolide cada vez menos, porque esa ha sido la respuesta acostumbrada de Cuba frente a cada intento estadounidense de distensión durante los últimos 50 años.
Cada uno del millón y medio de cubano-americanos beneficiarán a 3, 4 ó 5 familiares en la Isla, lo que implica que más de la mitad de la población cubana podrá tener mejoras en sus niveles de vida, más acceso a alimentos, a ropas y medicamentos y un optimismo triste que asomará ilusionado cuando reciban el sobre con los dólares, y con el 20% del importe deducido porque los Hermanos Castro se cobran sus impuestos de cada dólar remesado, para mantener sus campañas internacionales y sus políticas represivas dentro del país. Es el precio que debemos pagar por aliviar las necesidades del familiar: contribuir con el sostenimiento de la dictadura.
Después de esto, lo sustancial queda intacto. Los dinosaurios cubanos seguirán ejerciendo su control total, sus acciones dictatoriales y prohibiéndole a cada uno de los cubanos todos los derechos civiles posible, mientras cuentan con el apoyo de esa manada de presidentes latinoamericanos que, llenos de ceguera consciente y de oportunismo, aclaman por cambios a EEUU mientras van a fotografiarse con el tirano criollo en un exceso de vanidad e indolencia criminal.
En el año 2004, el gobierno estadounidense dictó esas restricciones que hoy Obama suspende, tras la Primavera Negra cuando 75 opositores pacíficos al régimen de La Habana, la mayoría de ellos periodistas, fueron condenados hasta a 20 años de cárcel por actos de conciencia. Hoy, la inmensa mayoría de ellos continúa en prisión.

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