Pronosticar el futuro de Cuba ha sido el enigma el siglo.
Mentes visionarias al estilo de Walter Mercado han fallado en sus cálculos y
los más ilustrados analistas políticos prefieren callarse después de argumentar
con detalles lo que ha terminado siendo, invariablemente, un craso disparate.
Creo que el fallo está en el origen. No hay nada nuevo sobre
este mundo. Lo que pudiera pasar en Cuba con esta avalancha de sorpresas
emocionales liderada por el Presidente Obama, fue llamado por un analista de
CNN, “Unión Soviética Light”. ¿Es prioridad para Putin comenzar este plan de
remake soviético con Ucrania? Pude ser, pero solo en cuánto a aquella lejana
porción del planeta. La estrategia “putisiana” con el Nuevo Mundo pasa por La
Habana y ese intento, tras el viaje del antiguo oficial de la KGB a
Latinoamérica se desataron los fervores de las negociaciones Washington-La
Habana (hace ya mucho más de 18 mese atrás). O sea, de alguna manera se atajaba
la influencia rusa en la región y el fortalecimiento de una Guerra Fría, Season
II.
¿Esperaba Obama un cambio en la política cubana? Claro que
no, creo que ni le interesa, Cuba sólo tiene alguna atención en cuanto al
círculo que a su alrededor ha logrado construir (un eje cavernario de La Habana
a Caracas, de Caracas a Quito, a La Paz, a Managua y de regreso a La Habana)
pero ella, como nación oponente, es “pan comido” o, mejor aún, “con qué se
sienta la cucaracha”.
Lo de Obama no ha sido mala intención, traición o cualquiera
de esos apelativos que se han echado a volar. Es aún peor. Ha sido desinterés. No
le importa un comino.
Después de que la URSS se apeó del comunismo y se hizo
trizas, se cuenta que hubo 7 banqueros comandados por Boris Yeltsin que cuando se
privatizaron las empresas del Estado, ellos tenían la información y los amigos
correctos y pudieron adueñarse de ellas sin mayores esfuerzos. Es el origen del
nuevo poder económico ruso, es decir, los mismos de siempre. Los integrantes de
la KGB (hoy llamada FSB) se adueñaron del gobierno y de la riqueza de Rusia y
hoy vacacionan en Islas Baleares, Mónaco, Ibiza o Nueva York, como el millonario ruso
y ex agente de la KGB Alexander Lebedev, que cada día más expande su dominio de
los medios de comunicación.
A eso vamos. El futuro cubano no creo que trascienda ese espejo soviético
en el que la Isla se mira y pavonea hace ya más de 50 años. Si todo ha ido
bien, por qué cambiar. Es un razonamiento lógico. ¿Por qué hacer variaciones
comprometedoras y peligrosos si como estamos, estamos bien? ¿A quién se le
ocurre semejante torpeza? Mucho más cuándo tenemos la prueba (ahora con
ejemplos vergonzoso como el de las Damas de Blanco) de que la revolución logró
en medio siglo, moldear un pueblo y una conciencia subordinada, amoral por
generalidad y con un arraigado sentido del individualismo, el interés personal
y la infidelidad humana que les brinda en bandeja de plata la posibilidad de
seguir igual.
Me gusta repetirme aquella frase martiana de que “Cuando hay
muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de
muchos hombres” pero, a estas alturas de la vida y la historia común de los
cubanos, no acabo de distinguir con exactitud la diferencia entre realidad y
poesía. Aunque haya nombres que inclinan y dan esperanza. Y existan vidas que
reverenciar y quitarse ante ellas el sombrero.
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