Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



martes, julio 21, 2009

Honduras, el juego de los tontos

Entrar en el juego de Honduras es asumir el papel de tonto. Honduras es, sobre todo, un ajedrez movido por intereses del sector chavista en la región. El mandatario venezolano impuso el tono, la acepción del hecho y trata de imponer sus soluciones. En ello pone todo su interés y su dinero.
La atribución del presidente Oscar Arias ha sido un riesgo en el que tiene todas las de perder. Es absurdo exigir el regreso de un presidente irreverente, mentiroso e ilegal y, además, con una notable minoría de seguidores dentro del país, a pesar de la participación de Hugo Chávez y Daniel Ortega en la exacerbación de las revueltas civiles.
Parece que eso no va a suceder y Zelaya se mantendrá hasta enero girando alrededor de la región, porque no creo que vaya a incursionar en un conflicto civil armado, suerte de guerrilla financiada y organizada desde Caracas y Managua.
El gobierno de facto es la otra cara del dilema. Condenado por el resto del mundo, es una ocasión propicia para evitar que el golpismo se vuelva a apoderar de la región. Sin embargo, la condena se les está yendo de las manos por corear la percepción manipulada que se ha hecho del caso Honduras.
Yo apuesto por una solución menos rígida. Zelaya no regresa sino dispuesto a enfrentar la justicia (porque como “guerrillero” no creo que tenga madera de héroe); renuncia el presidente de facto Micheletti y se crea un gobierno de unidad nacional con la participación de todas las fuerzas políticas del país; exclusión total de las fuerzas armadas del destino y del rumbo de Honduras como una certificación condenatoria para tranquilidad de los presidentes del ALBA, que temen por el eco hondureño en sus propias naciones; convocatoria a elecciones anticipadas bajo la vigilancia de altos representantes de la UE, EEUU y los países de la región, con la seguridad garantizada por los cascos azules de las NU; limitar la participación de la OEA en la solución del conflicto y nombrar un nuevo presidente elegido democráticamente antes de finalizar el año.
Continuar con este juego de posiciones radicales débilmente justificadas, es un peligro inminente. La petición de Hugo Chávez de que EEUU saque a los más de 4 mil efectivos de su base militar en territorio hondureño, como muestra del apoyo de Barack Obama a Manuel Zelaya, es una maniobra alevosa que pondría al país centroamericano a merced de la incursión militar venezolana.
Por otra parte, considero insustancial la denuncia de que el presidente brasileño Lula Da Silva le esté exigiendo a EEUU radicalizar su condena al golpe bajo la amenaza de que Brasil suscribiría el tratado del ALBA; eso sería poner en peligro el prestigio de Lula al final de su mandato, la estabilidad económica y política brasileña, y su rol líder en toda la región.
El partido estaría despejado y transparente si cada nación asumiera una actitud vertical y honesta en vez de seguirle la rima a los intereses que han marcado esta historia. Si no sucede así, entrar en el juego de Honduras es asumir el papel de tonto.

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