Primero fue amenazado verbalmente, un interrogatorio arbitrario y aterrador en la sede de la policía política cubana y, apenas ayer, una agresión coordinada en medio de las calles de La Habana, una cuchilla, un trozo de tubo, improperios y la acción acostumbrada de producir el altercado para que de los autos Ladas, se bajen más agresores, policías disfrazados de civiles, que golpean impunemente.
No es nuevo. Llevamos 50 años de esas experiencias. Es la conducta acostumbrada de la militancia de ese socialismo cubano, fidelista por demás, que ordena atropellos a diestra y siniestra, sobre todo a siniestra, sin ley ni orden. Son los dictados de la intolerancia dictatorial, quienes ayer le dieron el turno al escritor Angel Santisteban, que ahora se recupera de cuchilladas, golpizas y una fractura del brazo.
Apenas lo conozco. Angel y yo coincidimos en Santo Domingo hace un año a través de un amigo común. Es crítico, talentoso y me resultó de ideas propias y verticales. Lo que es una virtud humana, en Cuba se convierte en un pecado político.
Tiene un blog en Encuentro en la Red, algunas declaraciones de fuerte sentido crítico y una literatura cuestionante. Otra vez, lo que realza la virtud intelectual en la historia literaria del mundo, es, en la Cuba fidelista, otro pecado político que castigar.
Acodados con los esbirros que lo golpearon, otros dos o tres pequeños escritores cubanos venden su voz a la dictadura de La Habana denostando a Angel. Pero los brazos del tirano cruzan el mar para repetirse en los ataques que Angel ya recibe en suelo dominicano. Una poeta dominicana con acento argentino, dedicada a servirle al horror de los Castro, se sumó al coro de los esbirros en su ya acostumbrado periplo servil a la dictadura.
Me avergüenzan estas historias y sus secuaces.
Por eso lo reseño en mi blog, para que los amigos que me leen lo sepan y si se cuelga otro más, también tenga la certeza de que en mi país, una tiranía cruel avasalla el talento, la libertad y el decoro de sus gente, apoyados en la impunidad del poder y la colaboración de esos indignos, poetas o no, del resto del mundo que aplauden la imposición de la intolerancia y del terror.
1 comentario:
Una verguenza!
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