Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



martes, enero 08, 2008

I want you


Hoy Silvio me ha conmovido. He tenido una historia de amor y odios con él. Perseguí sus canciones desde los “años duros”, ya lo escuchaba cuando estaban construyendo la heladería Coppelia de El Vedado. Lo escuché en el parque central del la calle Paseo y una que otra vez en el parquecito de Calzada y K, frente a la funeraria Rivero.
Después vino el período de odios. Era tan demagogo… Las razones que inspiraron mi fanatismo se transformaron en las razones que inspiraron mi rechazo.
Es mi historia, no la de él. Pero Silvio tendrá otras, sus propias historias personales de amores y odios.
Alardeo de saberme casi de memoria todas sus canciones. Es, presumo, lo importante, la dicha poética que me han dado, que fueron alguna vez excusa para conquistar mujeres, escribir versos o sentirme feliz con un litro de walfarina en La Habana.
Hoy me vuelve a conmover.
Silvio y un ilustre piquete que ha convocado con su dedo índice de complicidad y obligación (con Reynaldo González incluido persiguiendo mulatos sexuales en los calabozos durante los conciertos) harán una gira por las cárceles cubanas ofreciendo canciones durante una hora y media para los reclusos. ¿Cuáles reclusos? ¿Los buenos (“atildados, comedidos, obedientes”)?
Miren que decir eso con tantos motivos para no reírse como hay.
El piquete feliz que cantará a los reclusos incluye a personajes como Eusebio Leal (qué mas puede hacer nuestro ilustre curita para reírle la gracia al establishment) y contempla que al inicio, los guardianes presenten el oppening y al final, los reclusos representen la coda. Durante esa hora y media los presos ocultarán sus cicatrices y los guardias sus palos y macanas y juntos, como hermanos, convivirán con cánticos revolucionarios de unidad, hermandad y patriotismo.
O quizás no, y lo que suceda es que quienes disfrutarán de Silvio y su piquete en la gira más cínica de la historia musical cubana, no sean los presos de conciencia, políticos y plantados. Ni los heridos por golpizas, debilitados por la hambruna, enfermos por la insalubridad, enloquecidos por los electroshoks. Entonces la quietud del público cautivo estará garantizada. Y los aplausos.
Al final del concierto, los guardias volverán a sus garitas, sus bastones y sus fusiles; los presos a su dolor, su hambre y su hacinamiento feroz, y Silvio a la otra cárcel con un breve descanso para comer, beber, descansar y así dar cuenta de un buen amor, de un solo amor.....

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