Mi deseo legítimo hubiera sido sacar a Hugo Chávez de Miraflores arrastrándolo
por las calles de Caracas, no pudo ser, el cáncer se me adelantó. Pero la decisión
del nuevo presidente del parlamento venezolano, Henry Ramos Allup, de arrastrar por la calle, ante los ojos del mundo, lo posters y fotos de Chávez a la voz de “sáquenme esa vaina de aquí”,
me ha parecido un acto de una torpeza penosa, tan poco inteligente, política y negativa
que me ha dejado una interrogante en el camino que tomará Allup frente al
Congreso Nacional.
Si la MUD y la oposición venezolana llegaron al triunfo parlamentario
proclamando unidad y reconciliación, ¿por qué provocar grosera y teatralmente a
una segmento amplio de la población que sigue aplaudiendo al chavismo y, más
aún, la figura de Hugo Chávez con su farsante autoproclamación de redentor y caudillo? ¿Para qué provocar y multiplicar enemigos? ¿Por
qué avivar los ánimos adversos, hacerlos atrincherarse y sembrar la
desconfianza y el temor a la revancha?
No puedo negar que disfruté la eliminación de las fotos de Chávez y me
pareció justo sacarlas de donde solo debe estar la imagen de Simón Bolívar, la
imagen tradicional del verdadero Libertador lejos de la manipulación chavista.
Sin embargo, critico el circo y la arrogancia, la desfachatez y el poco uso de
la inteligencia de un nuevo parlamento esperanzador que debe comenzar a actuar
bajo la misma consigna con que ganaron el voto de su pueblo.
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