Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



lunes, agosto 29, 2011

Pablo en Miami: “piedras para el más chiquito”


La policía de Miami ha dado, según dijo Oscar Haza esta mañana, la cifra de 3000 a 3500 asistentes al AA Arenas para disfrutar del concierto de Pablo Milanés. La cifra es muy baja y parece que su presentación resultó un negocio fallido para Hugo Cancio, el productor que lo trajo a Miami, cuando este enorme escenario ha sido capaz de meter más de 17 mil asistentes en conciertos como los de Shakira, Luis Miguel, Juan Luis Guerra, etc.
Pero artísticamente fue grande, Pablo sabe hacerlo valer. Y su presencia en un escenario miamense ha sembrado un antecedente importante en este dilema bipolar de los cubanos.
El primer resultado es la libertad de los asistentes y de quienes protestaron la presencia del cantautor en la acera de enfrente. En naciones en las que la libertad individual es vital para su prevalencia global, cosas así lo reafirman.
Como reafirman la diferencia tangencial entre la dictadura y la democracia. Son argumentos que permiten confirmar que eso jamás pasará con Cuba en manos de los tiranos, echando por tierra de inicio, el ardid del “intercambio cultural” que se define como un “intercambio unilateral”.
Lo saben asistentes y protestantes, lo saben Pablo y sus músicos, y lo sabe Hugo Cancio, que opera entre productor artístico y mercenario de una política dudosa en la que se le tienden puentes de flores a cambio de que los Castro agudicen sus golpizas.
Sin embargo, las declaraciones de Pablo Milanés y su concierto, en el que apenas habló sino para elogiar a Miami y a su comunidad cubana, y solo cantó canciones de temas amorosos y humanos, demostraron un ajuste importante de su credo y su actitud, tal como ha sucedido con generales, agentes de la seguridad, esbirros, chivato y altos funcionarios de la revolución cubana que han pedido asilo en EEUU y se han cambiado de bando en apenas un par de horas y ahora desayunan en el Versailles de la calle 8, junto a los veteranos de Girón y las figuras de la contrarrevolución, en plena comunión, demostrando que la “mafia de Miami¨, como gustan llamar en Cuba a este exilio, es más bien un ejemplo de tolerancia y olvido, de reconciliación y convivencia civilizada.
¿Por qué no a Pablo? Tolerar con respeto  a Pablo en Miami abre el camino para otros miles de temerosos de dar el salto en Cuba. No hay riesgo de hacerlo para los artistas, como no lo hubo para el militar o el agente secreto cubano que se quedaron en el exilio. Aquí la cuestión es sumar a esta causa vital de los cubanos en contra de la dictadura. Adjudicarnos ejemplos, ideas y comportamientos mejores.
Yo no fui al concierto, tampoco a agitar carteles en la acera de enfrente. Fue mi decisión y quienes asistieron esa noche al AA Arenas o a las protestas contra Pablo, también ejercieron su derecho y tienen mi respeto. Mi furia está guardada para los dictadores. No me gusta, como decían en mi infancia, “coger piedras para el más chiquito”.

No hay comentarios: