Aunque en Latinoamérica es cuestión de rutinas, de mal
endémico, en EEUU por primera vez los votantes se enfrentan a un final
electoral con dos malos candidatos. La disyuntiva se ha convertido en identificar
“el mal menor”. ¿Cuál es? ¿Si la Hillary o el Trump?
Yo he sacado mis propias conclusiones que no pretenden
convencer a nadie.
Creo que la cuenta final
es presumirse Mandrake y mirar hacia el futuro, hacia los resultados
permanentes para el país y lo que significarían para cada uno de nosotros los
seudo-gobiernos que “un petulante enfermo errático y una maltrecha corrupta
incapaz” pueden hacer por 4 u 8 años. ¿Cuál es la evaluación de los daños?
Trump tiene como premisa
fortalecer la fuerza moral de EEUU frente al mundo, algo que el gobierno de
Obama ha dañado considerablemente. Rescatar a amigos históricos como Israel y
reconstruir la “autosuficiencia” americana que será muy ventajoso internamente
pero muy criticado en el extranjero. Todo lo demás ha de ser problemas y
contradicciones, maltratos petulantes contra la inmigración ilegal o no y
frases muy irritantes. Puede hasta que el presidente de EEUU se convierta en el
payaso global.
Sin embargo, en 4 u 8 años
los ridículos de Trump quedarán como vergüenzas pasajeras. Los estadounidenses
podrán pasar la página y recapitular, recomenzar las cosas lejos del estorbo de
Donald Trump. Será una suerte de sacrificio nacional, doloroso, pero podrán
salir de esa paja en el ojo y volver a encaminar la Nación.
Lo de la Clinton es
“harina de otro costal”. Los 8 años de decadencia de EEUU en todos los
escenarios globales, un endeudamiento multiplicado, la sustitución de las
libertades que rigen al país y a sus ciudadanos por una populista y peligrosa
tolerancia, el mandato por decretos y libretazos y la división exacerbada de
la sociedad se verán perpetuados con la llegada por otros 4 u 8 años de Hillary
Clinton, creando un daño permanente y difícilmente reversible. Lo de la Clinton
no será más de las políticas obamistas y luego borrón y cuenta nueva, sino que
creará un debilitamiento de la fuerza, la economía y el prestigio de EEUU
haciéndonos vulnerables a todos.
Es que la Clinton se
perfila como la agudización de los errores que por 16 años consecutivos se
avizoran como una tergiversación permanente de los ideales y sustento morales y
sociales de la Nación, los que afectará la percepción en 3 generaciones.
Para
mi esta es la disyuntiva: o rebasar la burlesca presencia del tempestuoso Trump
y sus daños colaterales, o corromper irreversiblemente la esencia
estadounidense con la continuidad.
Esa es la
decisión que se avecina, demasiado seria como para tomarla en juego, con
delirios populistas, irresponsabilidades y fanatismos políticos.