Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



viernes, abril 13, 2012

Las 3 caras de Juan Manuel Santos

América Latina no ha logrado superara la mayoría de sus índices de crecimiento humano. Recientemente, cinco países latinoamericanos fueron colocados entre los 10 primeros lugares de las naciones más corruptas del planeta. Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Argentina. En el lugar 11 está Cuba, donde su población hace medio siglo que sobrevive gracias al absoluto nivel de corrupción en todos los niveles, sólo que las estadísticas cubanas se han convertido en las menos creíbles del hemisferio.
La Cumbre de las Américas, inaugurada en Cartagena de India, en Colombia, no ha hecho mención a estos datos. Tampoco ha sugerido la celebración de un plebiscito entre los habitantes de Las Malvinas para conocer su decisión como pueblo legítimo de esas islas, a propósito de tantos discurso sobre el respeto a la autonomía de los pueblos que se están escuchando en esta cita regional.
Evo Morales, el presidente boliviano, respaldó la pertenencia de Las Malvinas a Argentina, pero ¿sobre qué bases?, ¿acaso sobre el respaldo al interés oficial del gobierno argentino? Evo obvió la decisión de los “malvinos”, sus intereses, sus deseos, sus decisiones.
Otra cosa es la participación de Cuba en un cónclave regional organizado por la OEA, de la que Cuba fue expulsada por los mismos motivos que definen hoy al gobierno imperante en la isla. Las razones son tan evidentes que esos coros latinoamericano a favor de la participación de Cuba solo se explican con el resultado de la encuesta global de la que hicimos mención en el primer párrafo.
Esta mañana leí una encuesta en la que pedía que decidieran si Colombia era o no hoy en día, líder en la región. Creo que lo fue cuando el gobierno de Alvaro Uribe, a pesar de la irregularidades, pero el actual mandatario, Juan Manuel Santos, ha dejado caer esa bandera aliándose con tibieza cuestionable y penosa sumisión, a las peores causas regionales.
Su viaje pasado a Cuba lo vi justificado, como anfitrión de esta Cumbre, Santos debía atajar la crisis que se avecinaba con la participación o no de La Habana. Pero es inexplicable su entrevista a la tv colombiana, en la que dice “basta de hipocresías” refiriéndose a la negación de EEUU de invitar a Cuba.
Veamos. Hipocresía se define como “el fingimiento de sentimientos, ideas y cualidades, generalmente positivos, contrarios a los que se experimentan”. Entonces la negativa de EEUU no es hipócrita en lo absoluto. Sino que responde con lealtad al comportamiento político sostenido de esa nación.
Por el contrario, Santos, quien fue un admirado ministro de Defensa del gobierno de Alvaro Uribe y compartió con este su visión regional, sí puede ser definido como un hipócrita, porque la dirección de su gobierno dista de su comportamiento manifiesto en su pasada gestión ministerial y, conocedor de la realidad cubana, es hipócrita al disimular con alevosía la tiranía de La Habana, queriendo que se integre a la comunión de las naciones “democráticas” de Latinoamérica.
Lo franco y solidario de Santos, para definirse como presidente de un país con aspiraciones de liderato regional, sería abogar por la democracia en Cuba, por el derecho de ese pueblo a vivir en libertad, en respeto a los derechos y a la integridad, en vez de ser apaleado por expresar sus opiniones, encarcelado por ser consecuentes con sus deseos y aspiraciones legítimas.
Las mismas que Santos se ve obligado a garantizarle a su pueblo, acosado por una narco guerrilla protegida militar y económicamente, por la dictadura cubana.

miércoles, abril 11, 2012

Ni con el pétalo de una rosa

(A propósito de la polémica entre C.A. Montaner y A. Muller sobre Vaticano Inn)

Presumo, por experiencia vivida, lo que es un argumento limitado, que las religiones están basadas en un camino que transita entre lo absoluto a la intolerancia. A favor o en contra. No hay matices. En eso pesa la fe, que explica todo con total convicción sin tener en cuenta la razón humana, la reflexión ni el análisis.
Dicen, y esta experiencia de Carlos Alberto Montaner en su artículo Vaticano Inn. (ver todo en http://www.elblogdemontaner.com/) lo confirma, que la polémica sobre religiones suele ser un dialogo entre sordos.
Yo, que ya festejé compartiendo con amigos la lógica y razonada visión empresarial de la iglesia (de la institución, reitero) que cuenta Montaner, recibo como excesivamente apasionada la respuesta que le hace Alberto Muller.
En su respuesta, a Muller lo condiciona su fe, la razón no pesa. Ni tan siquiera el ejercicio de la inteligencia, facultad que a Alberto Muller le sobre, lo tiene demostrado con sus columnas periodísticas. Pero es que, más allá del conflicto que pudiera generar su pensamiento, hay una respuesta acodada en la fe, sin margen para el cuestionamiento, ni tan siquiera para la dudosa curiosidad, un dogma impuesto bajo la amenaza doctrinal de que su falta trae consigo un castigo eterno y divino.
El ejemplo de Teilhard de Chardin, que le cita Montaner a Muller en su conta-respuesta, es apenas un ejemplo sacado con pinzas, de la larga historia de hogueras y excomulgaciones de la iglesia católica, lo que pone en duda su divina iluminación sobrehumana y certifica sus intereses terrenales en mantener el poder y el lucro.
Y ese terror de las religiones ha sido su arma histórica para la supervivencia a lo largo de los siglos, en contubernio con imperios, monarquías, tiranías, conquistadores, pensamientos racionales y poderes de todo tipo, sin cuestionarse el compromiso moral (y cristiano) que ha implicado.
¿Pone en dudas ese análisis de Montaner la tarea benefactora de la iglesia en tierras de gente desposeídas, hambrunas y epidemias? ¿Los sacrificios sobrehumanos de los misioneros, la instrucción de los jesuitas? No. Ya se ha encargado Montaner de reiterarlo en “Con la iglesia hemos topado”. Pero esa verdad no excluye su derecho a poner el dedo sobre la sangrante llaga que no perite disimulos, de una institución que no ha tenido remordimientos en comulgar con Mussolini para afianzarse en el territorio que delimita contranatura, la nación católica.
La iglesia cubana misma ha explicado, coralmente con los voceros del Vaticano, el carácter gubernamental (oficial) de la visita del Papa a México y Cuba. “El Vaticano es un Estado”, argumentaron textualmente. Y el discurso del Papa en Cuba no ha ido más allá de lo que pudiera insinuar de soslayo un mandatario de cualquier país que visita una nación acosada por una tiranía, que habla atado a la diplomacia. Darle otra connotación es, acaso, un exceso de entusiasmo. Leer entrelíneas es un ejercicio meramente intelectual.
No sé, entonces, cómo puede cuestionársele a Montaner su legítimo derecho al análisis sobre un Estado del planeta, basado en fundamentos empresariales. Mucho más cuando la fe, que no es una condición obligada, no pesa en la libertad de la razón. 
El Vaticano es un país terrenal, no divino, presidido por un Papa en vez de por un Presidente, un Primer Ministro o un General. Sin esas alternativas de la nominación, todo el resto funciona igual.


(NOTA.- EN http://albertomuller.net/noticias/aclaracion-a-montaner-por-con-la-iglesia-hemos-topado/, Muller creo que pone punto final a la polémica en una elegante nota democrática y tolerante.)