Blog de Luis G. Ruisánchez (2da. EPOCA)



miércoles, mayo 28, 2008

Iglesias, ¿el cantante?, creo que no


Durante el primer Coloquio Transatlántico celebrado días atrás en Madrid, el Secretario General Iberoamericano, Enrique Iglesias, dijo a la agencia española EFE, refiriéndose a Cuba, que "hay un proceso de cambio en marcha" y una "tendencia cuidadosa para avanzar hacia sistemas más liberales".
Iglesias, quien visitó La Habana recientemente, contó a esa agencia que durante su estancia en la isla, se percató de "una sensación más positiva en la población" y de "un cambio de actitud".
Y finalmente, pronosticó que en los próximos 10 años, “"Cuba será más democrática y su economía de mercado, más abierta".
Cuando escucho cosas así siempre me colma una ambigüedad existencial. ¿Me río o me echo a llorar? Asusta que un personaje de tal dimensión, acostumbrado a pasearse el mundo como cualquiera de nosotros pasea en el parque de la esquina, pero con más patrimonios de libertad, traduzca semejantes conclusiones de la realidad cubana vista y presumida.

Indigna pensar que Iglesias vea cambios positivos en autorizarles celulares a los cubanos y no juzgue la ola de represión que se ha vuelto a incentivar en la isla contra los opositores pacíficos, y que decenas de presos de conciencia continúen en las cárceles y que la democracia sea coartada cada vez más sin independencia de credos, ideologías y libertad de voz. Indigna pensar que Iglesias descubra un “cambio de actitud” como si la actitud fuera cosa de comprar un DVD en una tienda en dólares en La Habana. Y peor aún, Iglesias pronostica 10 años más, o sea, alcanzar los 60 años del régimen tiránico en Cuba, para poder aproximarnos tibiamente, a las libertades, el decoro y el respeto de los que Enrique Iglesias goza desde que nació.
Las conclusiones emanadas de la inteligencia de Iglesias, tan visionario y analítico como el otro Iglesias, ¿el cantante?, ofrecen una imagen penosa. Sus opiniones, útiles para tapar el sol con un dedo, solo son explicables desde dos puntos de vista: Uno, ligereza y comunión de intereses turbios a pesar del sufrimiento cubano, o, dos, una maldad que no entiendo y sólo concibo recostada en la antiquísima conciencia colonial de la vieja metrópolis: “Eso, para los cubanos, está bien. Para mi, no”.

martes, mayo 27, 2008

Una reflexión subliminal


“Si lo defendiera, les haría un enorme favor a sus adversarios”, escribió (supuestamente) Fidel al final del primer párrafo de su reflexión “La política del imperio” en la que ataca al candidato presidencial estadounidense Barack Obama por su discurso frente a miembros de la Fundación Cubano-Americana en la ciudad de Miami.
Los signos son inconfundibles, es el remake de la estrategia cubana, concebida para tontos, fanáticos y conciudadanos obnubilados por las mismas palabras de siempre.
La visita de Obama a La Florida es parte de su plan de campaña en busca del voto cubano e hispano. El tema cubano es, sin dudas, neurálgico en la construcción de una imagen positiva en busca del triunfo en las urnas y Obama ya carga con demasiados desaciertos, discursos errados y, sobre todo, una percepción poco confiable para estos sectores de votantes estadounidenses.
La lenta definición del candidato demócrata va tocando su fin. Obama parece ser el más próximo a lograr la candidatura pero necesita rescatar el voto de La Florida que está muy inclinado a las propuestas republicanas. Y reunirse con la FCA es una buena estrategia, atacar al gobierno cubano, también. El problema está en la credibilidad después de tantos traspiés durante su campaña

Estudiosos de la política estadounidense y analistas de campaña coinciden en que el enfrenamiento McCain – Obama podría favorecer al candidato republicano con más facilidad si el enfrentamiento final fuera McCain – Clinton.
Cuba acaba de confirmarlo desde sus propias perspectivas. Y es el momento de echarle una mano a Barac por varias razones. Primero, que McCain no parece ser “jamón” para la política cubana; segundo, que a La Habana siempre le ha ido mejor con un demócrata en la Casa Blanca y, tercero, que Obama parece haber enviado señales de conciliación con el régimen castrista.
El ataque directo, irritado y ofensivo de Fidel Castro contra Barack Obama es parte de una estrategia repetida por Cuba, pero el mensaje subliminal es desmontable.
Siempre que Fidel ataca, polariza las simpatías del exilio a favor de la víctima. No hay dudas. Aún George W. Bush, que con un racimo trágico de desaciertos domésticos de fatales consecuencias para todos quienes habitan esa nación, definió tan incuestionablemente su oposición con respecto de Cuba y fue tan atacado por los voceros de la revolución, que su tasa de rechazo en la comunidad cubana y parte de la hispana en EEUU, es menor que en el resto de los sectores.
Fidel le ofrece un espaldarazo a Obama con su reflexión. Quien se vaya con esa “pelota de trapo” será víctima de un ardid viejo. “Te ataco para que te acepten”, es la sentencia subliminal.

miércoles, mayo 21, 2008

José Lorenzo y la gaviota, 40 años después


Hace apenas unos días compartí un abrazo y un wisky con José Lorenzo Fuentes en casa de un amigo común en el Southwest de Miami. No esperaba encontrarme allí al cuentista que fue parte del estrecho círculo que estremeció la narrativa cubana de la segunda mitad del siglo pasado. Bastan los dedos de una mano para contarlos y uno de ellos, quizás el índice, lo fue José Lorenzo, amputado por la intolerancia y el odio que apenas comenzaban frustrando la grandeza anunciada por la narrativa del país en esa década prodigiosa de los 60.
Desde ellos sólo ha quedado polvo y tambores, y algún destello que asoma codeándose con el circo de las insolencias permitidas.
“Después de la gaviota”, mencionado por el Concurso Casa de las Américas en 1968, cedió entonces el premio a otro volumen mayor, "Condenados de Condado", en esos tiempos en que Norberto Fuentes hacía literatura y no comics de la memoria a un lado y al otro de las fronteras.

Ahora, 40 años después, José Lorenzo me regaló una nueva edición de “Después de la gaviota” con un texto en la contraportada del chileno Jorge Edward, quien fue integrante del jurado en aquel entonces, y prólogo de Amir Valle. La editorial Iduna hizo justicia con esta edición, no solo al escritor silenciado por decreto oficial, sino a tres generaciones de cubanos que no recuerdan la trascendencia de un libro sacado de la circulación nacional, borrado de las citas oficiales y suspendido de los estantes de librerías y bibliotecas, que colocó en medio de las mágicas realidades de entonces un modo insólito entre lo sublime y el misterio del interior humano, con una forma magistral de contar saltando insistentemente de un lugar al otro del mismo personaje sin la menor sorpresa para el lector.
La nueva edición de “Después de la gaviota” es una lección de responsabilidad con la cultura cubana. Es hacer lo que 40 años después, continúan impidiendo en la isla a pesar de que con ello silencian una voz insustituible en la mejor época literaria que promovió la Revolución y que, como Saturno, ella misma fue devorando.

jueves, mayo 08, 2008

“Estoy chivo”


Generación Y, el célebre blog que Yoani Sánchez escribe desde La Habana y que acaba de recibir el premio Ortega y Gaset de periodismo digital que entrega el diario español El País, es un suceso de referencia obligatoria.
La última de las noticias es que Yoani no recibió el permiso del gobierno cubano para viajar a Madrid a recibir el galardón. Aunque CNN y la prensa mundial han sido eco de esa información, en realidad no es más que otro remake cotidiano que con medio siglo de existencia han sufridos miles de miles, muchos con más dramatismo pero con menos cobertura de prensa internacional.
Tampoco les ha valido su inclusión en la lista de las persona más influyentes de la revista Time.
Lo siento por ella, es decir, lo del permiso de salida, y me alegra que figure en ese listado de Time, aunque ella misma se haya quedado atónita no se si para bien o para mal de la revista Time.
Y me satisface que su blog tome mayor relevancia aún, acodado en los titulares de hoy, porque a fin de cuentas es una reafirmación de las razones que a todos nos hicieron rechazar el totalitarismo cubano.
Yoani ha fundado un vínculo que nos relaciona de una manera u otra, pero con la relevancia de que Generación Y se hace desde las entrañas del monstruo, que bien conocemos porque vivimos en ellas.

La valentía de Yoani es un tributo a la esperanza en las nuevas generaciones de cubanos y una bofetada a ese escepticismo que fue madurando en quienes nos largamos porque no había ya nada qué hacer allá dentro.
Pero, cuidado, Generación Y no saldría al ciberespacio sin la complicidad oficial como un subterfugio anónima a espaldas de la misma célebre bloguera.
Yo, que vivo hace mucho en Santo Domingo, acudo a un vocablo que los dominicanos crearon para definir la suspicacia y la duda, “estoy chivo”, dicen, no se por qué, pero detrás de la inocencia de esta muchacha, a sus espaldas, moviendo los peones del silencio y la manipulación, ha habido una tolerancia oportuna que pudo comenzar con la permanencia del blog en la web, los periplos de Yoani de ciber-café en ciber-café para poder acceder a su blog en el país con menos acceso a Internet en el hemisferio, y consolidarse con el entusiasmo de cientos de comentarios de todo tipo colgados quién sabe desde dónde y por qué.
Cuidado con los humoristas de ingenio literario, los sagaces de la broma inteligente, los cultivadores del choteo histórico y fatal. Todo lo resuelven con un plumazo, una sonrisa sagaz y una legión de suspicaces que le ríen el chiste para certificar las dotas supremas de la sabiduría cubana.
¿Es que se las ha ido de las manos la amplitud alcanzada por el blog de esta muchachita osada que se cree en Suiza todavía?
Pero los placatanes del oficialismo cubano tienen la tara indisoluble de la represión y la intolerancia. Vigilemos a Generación Y y a Yoani Sánchez desde ahora a ver en qué va a convertirse esta historia. Y tratemos de apabullar estos graves prejuicios míos porque la verdad es que con toda esta diafanidad, “estoy chivo”.

jueves, mayo 01, 2008

La consagración de los camellos


A finales del siglo XVIII, los vecinos de la ciudad de Santiago de Cuba vieron con asombro cómo desembarca de un navío de velas plegadas, una legión de camellos.
Pocos conocían de aquel animal de jorobas en el lomo y cara de viejo cansado. No existía entonces National Geographic Channel y los santiagueros no solían visitar el Sahara.
Pero pronto supieron que no era una invasión de Sandokan, sino que los camellos respondían a la iniciativa de los colonos cafetaleros llegados desde Haití después de la sublevación de los esclavos, que concibieron bajar los sacos de oloroso grano desde sus haciendas en la Sierra Maestra, hasta los muelles del puerto de Santiago, con caravanas de camellos.
Cuentan que el clima caribeño los mató poco a poco hasta que esa historia quedó en el olvido. Y no fue hasta 1980, que apareció la próxima referencia al camello cuando, tras la caída del Muro de Berlín, se acabó el subsidio soviético a Cuba y La Habana se llenó de camellos rugientes, no rumiantes, que cruzaban las avenidas de la ciudad tumbando edificios con la vibración de su peso, y con 500 personas acaloradas dentro.

La desaparición del transporte urbano impuso una ciudad detenida. Fue entonces que La Habana salió con una de las más circenses iniciativas revolucionarias, los camellos, dos cuerpos de guaguas pegados y tirados por una potente cabina de rastra, capaz de mover esa mole pantagruélica desde La Lisa hasta Guanabacoa.
El diseño obligado de empatar dos cuerpos de guaguas con chapucería de primeros auxilios, fue lo que inspiró el apodo popular de Camello a aquellos gigantes ruidosos que iban humeando como chimenea de un central, las calles de la capital.
La imaginación popular los definió como películas triple X: sexo, violencia y lenguaje de adultos. Todo podía suceder en medio del calor estomacal de estos camellos habaneros. Hay hasta una generación nacida de un recholateo oscuro en uno de estos monstruos saharianos durante un viaje del Vedado a Marianao.
Hace apenas unos días, el gobierno cubano anunció la desaparición de los camellos. Ahora serán sustituidos por guaguas chinas que ya provocaran sus propias leyendas con su presencia del lejano oriente en la isla insólita del Caribe.
Por ahora, los habaneros despiden a sus camellos con una mezcla dudosa de alegría y nostalgia. Muchos los van a añorar, carteristas, jamoneros, otros evocarán la resistencia cruel frente a unas axilas al punto del mediodía. Contarán anécdotas que se convertirán en leyendas y mitos populares y alguna vez, los camellos de La Habana pasaran al olvido como aquellos primeros que trajeron los cafetaleros franceses de la Sierra Maestra.
La historia es cíclica, siempre se repite.